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La biblioteca digital. La biblioteca ha sido a los libros lo que la escritura fue a la memoria: la garante y custodia del saber. Hoy, sin embargo, el libro ha mutado y ya no aspira a reposar en las bibliotecas sino a desmadejar sus contenidos en la Red. La digitalización del mundo parece ser, por fin, una realidad. El conocimiento pierde cuerpo, deja de ser material y toda la tradición cultural moderna, construida a partir de la manipulación de los medios impresos, se transforma. En este contexto surge una nueva fenomenología de la lectura a la que le compete repensar el espacio tradicional de las bibliotecas.
Sumario
Werner Oechslin
Bibliotecas y principios
María Luisa López-Vidriero
La soledad de la lectura
Robert Darnton
Digitalizar es democratizar
Richard Ingersoll
Los espacios de Babel.
Bibliotecas, 2000-2010
Tema de portada
Espacios sin papel . Si la edición electrónica y la creciente difusión del saber por los medios digitales amenazan con abocar al libro impreso a ser una simple rareza para los coleccionistas, cabría pensar que el espacio convencional de las bibliotecas —organizado desde y para los libros— también corre el riesgo de extinguirse. Sin embargo, pese a que sus funciones tradicionales de almacenamiento tienden a desaparecer, otras dimensiones de su uso —sociales y representativas— siguen gozando de buena salud. Los cambios, por otro lado, no han sido aún tan intensos como para alterar la concepción tipológica y estética de las bibliotecas. Seis ejemplos —dos muy diferentes en España, una compacta pareja berlinesa y un dúo minimalista japonés— dan cuenta de este inacabado proceso de transformación que sufren las bibliotecas contemporáneas.
Arquitectura
Peter Eisenman
Biblioteca y archivo de Galicia
Carlos Ferrater
Biblioteca en Villarreal
Max Dudler
Biblioteca Humboldt, Berlín
Bruno Fioretti Márquez
Biblioteca en Köpenick, Berlín
Toyo Ito
Biblioteca de Tama, Tokio
Sou Fujimoto
Biblioteca en Kodaira, Tokio
Argumentos y reseñas
Centenarios extremos. Se cumplen cien años del nacimiento de dos figuras dispares de la arquitectura del siglo xx: John Lautner, maestro de la plástica estructural, y Ludovico Quaroni, teórico de las utopías urbanas.
Arte / Cultura
Frank Escher
Juegos estructurales
Pier Vittorio Aureli
Ideales frustrados
Pasajes y colecciones . La coincidencia de dos muestras en Madrid—una en el Círculo de Bellas Artes dedicada a Walter Benjamin; otra en el MNCARS inspirada en Aby Warburg— permite comparar y actualizar la obra de ambos.
Eduardo Prieto
Constelaciones modernas
Simón Marchán
Atlas contemporáneos
Posmodernidad revisada. Dos libros actualizan el movimiento posmoderno; Francisco Javier San Martín reseña El sistema del arte en España, el último libro de Juan Antonio Ramírez; además, paisajismo y libros recibidos.
Historietas de Focho
The Magic Mountain
Autores varios
LibrosÚltimos proyectos
Escala en Canadá . La arquitectura canadiense contemporánea prefiere rehuir los términos medios para trabajar en los extremos, bien en la gran escala de los edificios híbridos multifuncionales, bien en la pequeña de los humildes pabellones que dialogan con una naturaleza casi virgen. Un texto crítico introductorio analiza este particular contexto; tres obras significativas lo ilustran.
Técnica / Diseño
Boddy, Lo Mega y lo Micro
Patkau, Centro Beaty
MacKay-Lyons & Sweetapple
Escuela taller
Shim-Sutcliffe
Edificio comedor
Para terminar, con ocasión de los recientes acontecimientos acaecidos en Japón —un terremoto geológico— y en los países árabes —un terremoto político—, Luis Fernández-Galiano desvela la fragilidad de nuestras arquitecturas materiales y sociales, poniendo de manifiesto cómo ambas crisis, sin embargo, pueden apuntar creativamente a otros modelos de crecimiento más sostenibles.
Productos
Pavimentos
Resumen en inglés
The Digital Library
Luis Fernández-Galiano
Bailando con cadenas
Luis Fernández-Galiano
La biblioteca digital
Si el libro es una máquina para pensar, entonces las bibliotecas son fábricas de pensamiento. Esas industrias intelectuales, sin embargo, se enfrentan en nuestros días a la mutación de sus herramientas, y el libro digital impulsa el tránsito contemporáneo de las bibliotecas desde el espacio arquitectónico hacia el nodo informático. La primera revolución de la escritura, hace casi dos milenios, sustituyó el rollo por el códice, y esa innovación extraordinaria de las páginas encuadernadas hizo posible el acceso cómodo y rápido a la información depositada entre sus cubiertas; la segunda revolución, hace algo más de medio milenio, reemplazó el manuscrito por la imprenta, y la reproduccion mecánica facilitó una multiplicación espectacular de los textos; la tercera, de la que nos ha tocado ser testigos, ha efectuado el tránsito del impreso físico a la información digital, y con ella una formidable explosión de la disponibilidad y del acceso.
Del papiro al pergamino, del pergamino al papel y del papel al bit. Recorriendo esta ruta, enseguida se advierte que la última metamorfosis tiene una naturaleza distinta a las anteriores, porque al pasar del universo material de los rollos, los códices o los libros al mundo virtual de las redes las necesidades espaciales de las bibliotecas convencionales se desvanecen. Desde el mundo clásico hasta el siglo xx, las bibliotecas han sido a la vez depósitos de manuscritos o impresos y lugares para su consulta, pero ni los unos ni los otros parecen ya imprescindibles: tanto los almacenes como las salas de lectura serán —nos dicen— progresivamente reemplazados por los archivos informáticos y las pantallas individuales, haciendo innecesarios los edificios específicos y convirtiendo las actuales bibliotecas en arquitecturas prescindibles, fósiles construidos de una era de la información periclitada de forma definitiva. ¿Es ese su destino?
Por más que las tribulaciones de editores o libreros dibujen los perfiles de un paisaje de crisis, las bibliotecas tienen todavía esperanzas fundadas de supervivencia, como atestigua la adaptación de las grandes instituciones a las demandas de la red —que han sabido hacer compatibles con sus funciones tradicionales—, así como la profusión y popularidad de las de menor escala, convertidas en centros sociales que ofrecen a jóvenes y ancianos comodidad y silencio, además de libros, revistas o conexiones de internet. Al cabo, los seres humanos gustamos del encuentro, y ni el teletrabajo puede sustituir la vitalidad interactiva de la oficina, ni la lectura en pantallas dispersas puede reemplazar el contacto informal en los centros de investigación, los lugares de enseñanza o las bibliotecas. Al igual que la educación a distancia no hizo desaparecer la llamada ‘presencial’, la biblioteca a distancia tampoco hará obsoleta nuestra biblioteca material.