Walter Benjamin, la colección del trapero
Constelaciones modernas
Walter Benjamin fue un profeta laico. Durante su vida, sólo algunos intelectuales —también visionarios a su manera— fueron capaces de tener en cuenta sus clarividentes pronósticos pese a que el mundo que les rodeaba emitía las mismas señales para todos. No fue hasta veinte años después de la muerte de Benjamin cuando estas señales empezaron a percibirse por la comunidad ‘científica’. A partir de entonces, la obra del autor de Los Pasajes comenzó a ser estudiada con devoción, convirtiéndose en una referencia indispensable para entender muchos de los fenómenos de nuestro mundo contemporáneo: la mercantilización de los modos de vida, la emergencia de insólitas formas de intercambio social o el desarrollo de experiencias estéticas inéditas surgidas de las nuevas tecnologías. Ocurre con los textos de Benjamin, sin embargo, lo mismo que con otros grandes títulos de la filosofía o la literatura: son tan citados como poco leídos. Sin duda, el propio método del autor, ajeno a cualquier modelo narrativo o sistemático, ha contribuido a que su extensa obra —dispersa en multitud de opúsculos, algunos inconclusos, sobre temas tan dispares como la alegoría barroca, el urbanismo del siglo XIX, Kafka o el Dadá— continúe hoy alejada del público. Esta constatación justificaría por sí misma empeños tan apreciables como el acometido por los comisarios de Constelaciones, una exposición sobre el proteico universo benjaminiano que, primero en Madrid (Círculo de Bellas Artes) y La Coruña (Fundación Luis Seoane), podrá visitarse más tarde en varias instituciones de Europa y América...