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Norman Foster, 50 años dibujando

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Norman Foster, 50 años dibujando

Jorge Sainz 
31/12/2010


En una edición espléndida, como es norma de la casa, Ivorypress ha publicado el fruto de la exposición ‘Norman Foster: Drawings 1958- 2008’, celebrada en Madrid en septiembre de 2009 y de la que fue comisario Luis Fernández-Galiano. El estudio de Foster vuelve a mostrar así el cuidado que pone en la imagen de su marca, algo que quedó patente en los 5 volúmenes de sus obras completas, preparadas por el célebre diseñador y pensador Otl Aicher (véanse Arquitectura Viva 9 y 18). 

Y el fruto de tal exposición no es sólo un catálogo con hermosas reproducciones, sino también una selección de dibujos que muestran la destreza gráfica de Norman Foster y su evolución a lo largo de cincuenta años, plasmada tanto en el papel como en la arquitectura. En un segundo volumen se recogen las intervenciones y los debates celebrados con motivo de la exposición y cuyos temas trascendieron ampliamente el ámbito del dibujo, para centrarse en la situación de la arquitectura y la ciudad a escala global.

El contenido gráfico del primer volumen se ha dividido por décadas: desde la formación del arquitecto en los años 1950 hasta las últimas propuestas del siglo XXI. Y desde la primera página se aprecia en la representación gráfica la mano de alguien dotado de don natural para el dibujo. Los levantamientos acotados de un molino en Cambridgeshire —pese a ser conocidos por estar en casi todas las monografías de Foster— siguen siendo un modelo de precisión, sencillez y claridad comunicativa, tanto en lo puramente lineal como en lo relativo a los textos descriptivos.

Este catálogo no pretende ser un registro documental, por lo que los dibujos se asocian simplemente con el nombre del edificio o proyecto representado. Y es una lástima, porque en algunos casos habría sido bueno conocer algunos datos básicos de los dibujos: por ejemplo, su técnica gráfica y, sobre todo, sus dimensiones físicas.

Las influencias del entorno se aprecian en el estilo gráfico de algunos ejemplos, algo clarísimo en la sección perspectiva de una casa particular dibujada durante la estancia de Foster en Yale, que imita sin disimulo la ‘manera’ de Paul Rudolph, quien seguramente exigía esta forma de dibujar a sus alumnos.

Personalmente, los dibujos que más aprecio son los croquis, digamos, conceptuales, trazados a mano con líneas sencillas y firmes, como la vista del ya célebre refugio de Pill Creek o la del despacho del Commerzbank, en el que, encima de la mesa, aparece un libro abierto precisamente por la página donde se ilustra la propia vista: ese juego de ‘una imagen dentro de otra imagen’ que se ha repetido a veces en la historia del dibujo de arquitectura.

Pero Foster también destaca al hacer dibujos ‘técnicos’ pero sumamente expresivos (como la perspectiva impoluta de Reliance Controls), y al narrar gráficamente explicaciones de sus conceptos (como la secuencia evolutiva de las torres de comunicaciones que acaba en su proyecto de Collserola).

En resumen, este catálogo es otra excusa para seguir escudriñando inquisitivamente esos trozos de papel donde siempre se han reflejado las sutilezas creativas de la genialidad arquitectónica.


Libros reseñados:

Norman Foster

Drawings, 1958-2008

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