Fundada por Wilhelm von Humboldt en 1810, la Universidad de Berlín —desde 1949, Universidad Humboldt— es una de las instituciones docentes más prestigiosas de Europa, habiendo acogido en sus aulas a figuras tan importantes para la cultura occidental como Fichte, Hegel, Schopenhauer, Heine o Einstein, amén de otros 28 premios Nobel. A lo largo de sus doscientos años de historia, el fondo de conocimiento de la universidad se ha ido acumulando en diferentes colecciones, muchas de ellas temáticas, depositadas en bibliotecas situadas en puntos distantes de la ciudad, generando una incómoda dispersión que se ha combatido mediante la construcción de una nueva biblitoteca central, que alberga también el centro universitario de cálculo, así como aulas y salas de reuniones.

La biblioteca se sitúa en el centro de la ciudad, muy cerca de la Friedrichstrasse. Tomando como partida el carácter extendido y horizontal de Berlín —construido a partir de una ordenanza histórica que impide que los inmuebles privados superen los 22 metros de cornisa—, el edificio se postula como un hito urbano cuya altura máxima —38 metros— se desmarca de la volumetría homogénea del entorno con la intención de convertirse en un emblema dedicado a los libros, cuyo perfil se suma a la silueta del paisaje cultural creado por la vecina Isla de los Museos.

Tipológicamente, la biblioteca adopta una configuración híbrida que aprovecha a la vez las cualidades estéticas del orden centralizado en una gran sala de lectura con las ventajas funcionales derivadas de la fragmentación del espacio de trabajo en recintos independientes. Los 2,5 millones de libros que forman el fondo de la biblioteca son así accesibles desde un gran atrio interior al que vuelcan una serie de plataformas escalonadas, de tal modo que el espacio se divide en salas de lectura segregadas funcionalmente, sin dejar de ser en ningún momento un ámbito jerarquizado visualmente por el vacío central que recorre al edificio.

A pesar de su enfática simetría, este espacio interior panóptico no resulta demasiado pesado gracias a la atmósfera generada por la luz natural proveniente de la retícula de lucernarios y de los huecos sincopados de la envolvente, cuya transparencia es el resultado de los ritmos rigurosos que ordenan la fachada a partir de la geometría de la trama estructural.

Por lo demás, los materiales escogidos subrayan el carácter sereno y algo solemne de esta biblioteca: el mármol expresivamente veteado en tonos pardos que reviste la celosía monumental con que se ha resuelto la envolvente convive con los cálidos empanelados interiores de la sala de lectura —de madera de cerezo— y los colores mates —grises o blancos— empleados en los suelos y los techos.