A mediados de 2010, Akal editó el Atlas Mnemosyne (1924-1929), de Aby Warburg (1866-1929), con un esclarecedor texto introductorio de Fernando Checa. Su aparición puede ser considerada todo un acontecimiento, pues esta traducción hace justicia a un historiador de culto en los círculos más enterados pero que, sin embargo, es menos conocido por sus escritos que por el Instituto homónimo, fundado cuando —muerto ya Warburg y llegado al poder el nazismo— sus discípulos trasladan su biblioteca de Hamburgo a Londres.
Curiosamente, aunque a uno de ellos, Erwin Panofsky, se le atribuya el giro iconológico en la historia del arte, y a otro de sus colaboradores, Ernst Cassirer, el giro simbólico en la estética, el pionero e impulsor de ambos fue este descendiente de banqueros judíos de la ciudad hanseática, que renunció a sus derechos de primogenitura en favor de la formación de una biblioteca universal y que, tras ser internado entre 1919 y 1923 en una clínica psiquiátrica por sufrir agudas crisis, se dedicó durante los últimos años de su vida a elaborar esta work in progress. El Atlas, en efecto, es una obra abierta que el autor modifica de continuo mediante la colocación móvil de las imágenes, los cambios artesanales que introduce en el montaje, la fijación de las reproducciones por medio de grapas o alfileres y la posibilidad de confrontar los paneles en series cambiantes y estructuras fructíferamente combinatorias...