Ubicado en el estuario de río LaHave, en la costa atlántica de Nueva Escocia, y flanqueado por las ruinas de los asentamientos de los primeros colonizadores europeos de Canadá —no lejos de donde desembarcó en 1604 Samuel de Champlain— se ha levantado a partir de criterios sostenibles un nuevo centro destinado a la enseñanza de la arquitectura.

Inspirado en el taller de Taliesin de Frank Lloyd Wright y en los principios del Rural Studio de Samuel Mockbee, la escuela —que se concibe como un modelo con aspiraciones ‘proto-urbanas’—cuenta con varias construcciones —una torre, un estudio, alojamientos para estudiantes y un establo— que dialogan con un conjunto de amplios espacios abiertos destinados a la celebración de eventos al aire libre y relacionados con las actividades formativas del centro.

Los principios de Mockbee parecen haber citado tanto la estética de los edificios como su proceso constructivo. Así, cada pieza se ha concebido como un proyecto de autoconstrucción levantado por los estudiantes del centro durante el taller estival de dos semanas de duración que se realiza cada año. Siguiendo los modelos vernáculos de ocupación del suelo, el conjunto se relaciona con el exterior mediante un cercado, fuera de cuyos límites se sitúan dos piezas: la torre y el establo —que, en ocasiones, se emplea como aula-taller—. Estos dos edificios se han construido con una sencilla estructura levantada con postes de madera sin revestir. Por su parte, el estudio y las cabañas que albergan los dormitorios, se han edificado sobre una cimentación convencional de hormigón armado, que sostiene una estructura de pórticos de madera revestidos con tablones de cedro autóctono.

Desde el punto de vista medioambiental, el conjunto se concibe como un laboratorio sostenible, donde se han ensayado estrategias de diseño, sistemas constructivos y materiales respetuosos con la naturaleza. La llamada del lugar se ha atendido generando un conjunto de densidad media que respeta el peculiar carácter agrario del paisaje circundante. Las piezas buscan la radiación solar, cerniéndose en torno a un patio central cuya geometría favorece la aparición de un microclima que contribuye a reducir el gasto energético del campus. Estas estrategias pasivas se complementan, finalmente, con la actualización de las técnicas constructivas locales y el uso de materiales reciclados provenientes, en su mayor parte, de los aserraderos de la zona.