Poblado de absorción Fuencarral B, Madrid
Alejandro de la Sota 

Poblado de absorción Fuencarral B, Madrid

Alejandro de la Sota 


Al tiempo que el Instituto Nacional de Colonización levantaba pueblos en tierras de labranza, comenzó el éxodo rural hacia las grandes urbes. Los jornaleros, acompañados de sus familias, llegaron a la ciudad en busca de empleo, y a velocidad vertiginosa fueron formando un cordón de miseria en sus alrededores, instalados de cualquier manera, entre tablas y trozos de cartón.

En 1954 el gobierno promulgó la Ley de Viviendas de Renta Limitada; con ella se desplazó el interés por la reconstrucción —que en los años anteriores había guiado la política de alojamiento— hacia la construcción de nuevas viviendas para erradicar el chabolismo. La Comisaría de Ordenación Urbana de Madrid inició un ambicioso plan para controlar el crecimiento de la ciudad, creando los poblados de absorción de infravivienda. El éxito de esa actuación dio luz verde a otras fases del plan.

En el verano de 1956 se terminaron apresuradamente los ocho primeros poblados. Entre ellos destacan los de Oíza y Sota —Fuencarral A y B, respectivamente— como posturas opuestas del debate entre abstracción técnica y evocación ambiental vigente en el momento. La opción rural y poética que abanderaba Sota quedaría descartada frente al rigor cartesiano y áspero de las tesis de Oíza.

Fuencarral B estaba planteado como un alojamiento provisional; parte de él continúa en pie cuarenta años después. Las experiencias anteriores de Sota para el INC le sirvieron en este nuevo proyecto, donde volvió a dar prueba de una sensibilidad particular en la interpretación de los modelos vernáculos. Aquí, sin embargo, evitó algunas concesiones folklóricas de trabajos anteriores.

Esta pequeña barriada se asienta en el borde de la antigua carretera de Madrid a Irún, a la entrada del pueblo de Fuencarral. Su arteria principal tiene un trazado sinuoso y de ella parte una serie de vías secundarias. Sobre éstas se disponen los grupos de casas con corral a las que se accede desde pequeñas plazoletas. El borde más alejado de la carretera se cierra con una pantalla de bloques de viviendas.

El color y la composición de los huecos de fachada fueron los únicos recursos plásticos de este ejercicio, tan de mínimos que fue preciso desarrollar un prototipo de mobiliario para las viviendas. Como propuesta resulta de una sobriedad propia de caballerizas cuarteleras, ritmada machaconamente por el conjunto minucioso que forman jardinera, puerta, ventana y tramo de tejado. El diseño naïf de estos elementos, apretujados en los blancos paños de fachada, sintetiza el carácter más ingenuo y doméstico de las casas de pueblo... [+]