Opinión 

Catástrofe y exorcismo

Opinión 

Catástrofe y exorcismo

Luis Fernández-Galiano 
31/12/2003


Descarrilamiento, Guadalajara, 1997

Tras la caída del muro de Berlín, el deconstructivismo arquitectónico extendió sus formas fracturadas como una enfermedad estilística. La evocación deliberada de terremotos, incendios, voladuras y colisiones procuraba sorprender con grietas, inquietar con inclinaciones o maravillar con equilibrios frágiles, pero en esas construcciones atormentadas había también una sorda premonición y un oscuro exorcismo, anunciando un futuro convulso e intentando a la vez conjurar su tragedia con la estabilidad inesperada de sus volúmenes malabares: si ellos se sostienen, acaso el mundo lo haga también. Los sismos caligráficos de Peter Eisenman en Tokio o en Madrid, los incendios fríos de Coop Himmelblau y Enric Miralles en Dresde o Takaoka, los accidentes ferroviarios de Daniel Libeskind y Zaha Hadid en Berlín, Osnabrück o Viena, y las voladuras de inmuebles o las colisiones náuticas de Frank Gehry en Düsseldorf o Bilbao, dibujan un paisaje de excitación expresiva que puede entenderse como mera escenografía de catástrofes pintorescas, pero cuyas formas temblorosas construyen también el bosque animado de un porvenir probable. Sería tranquilizador pensar que el coqueteo con el riesgo es sólo magia blanca; sin embargo, la ambigüedad de las vanguardias ante el dolor exige la sospecha...[+]


Etiquetas incluidas: