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Londres del milenio.. Anímicamente rejuvenecida por el nuevo laborismo y generosamente dotada con los fondos de la lotería nacional, la capital británica recoge los primeros frutos de sus esfuerzos por ofrecer un nuevo rostro. En el terreno de las infraestructuras y con la participación de figuras nacionales, se ha ampliado la línea Jubilee del metro, cuyas once estaciones enlazan un monumento polémico y efímero al milenio como la Cúpula de Greenwich con la nueva sede de la Tate Gallery para el arte moderno, alojada en una antigua central eléctrica al borde del Támesis y frente a la catedral de San Pablo.
Sumario
Keith Miller
El rostro oculto
Ampliación de la Línea Jubilee
Nick Cohen
Culto colectivo
La Cúpula del Milenio
Luis Fernández-Galiano
Magia blanca
La nueva Tate de Bankside
Edificios: proyectos y realizaciones
Redes metropolitanas. Las nuevas estaciones de la línea Jubilee renuevan el metro y mejoran su conexión con otros sistemas de transporte urbano, ofreciendo una imagen entre la tradición ferroviaria y la alta tecnología.
Arquitectura
Michael Hopkins, Westminster
Ian Ritchie, Berdmonsey
Norman Foster, Canary Wharf
John McAsland, Canning TownUn hito efímero.. Bajo una gigantesca carpa textil levantada sobre unos antiguos terrenos industriales de la península de Greenwich se despliegan los argumentos temáticos que celebran el cambio de milenio. Richard Rogers, La Cúpula
Zaha Hadid, Zona de la Mente
Nigel Coates, Zona del Cuerpo
Eva Jiricna, Zona de la Fe Cultura y consumo. La Tate expone alta cultura en un marco industrial y la biblioteca de Peckham ofrece cultura popular y arquitectura-espectáculo, mientras el Belgo y el St. Martins Lane invitan a disfrutar del diseño.
H&deM, Tate Modern
Will Alsop, Biblioteca Peckham
FOA, Restaurante Belgo
Starck, Hotel St. Martins Lane
Libros, exposiciones, personajes
Historias de Nueva York. La Fundación Guggenheim proyecta crecer en Nueva York con otro edificio de Gehry junto a Wall Street, mientras el MoMA y el Whitney ofrecen sus balances artísticos del último siglo. Arte / Cultura
Martin Filler
El Guggenheim de Wall Street
Juan Antonio Ramírez
MoMA-Whitney: balancesDe ciudades y monumentos. Massimiliano Fuksas elige la ciudad como tema arquitectónico para la VII Bienal de Venecia; y Mario Botta reinterpreta la idea de monumento con una réplica de Borromini en Lugano. Richard Ingersoll
Entrevista con Fuksas
Stanislaus von Moos
Cuasi monumentos de BottaImágenes de un siglo. La fotografía de autor es la mejor baza de una industria editorial que persigue las primicias con constancia, pero que también se vuelca en mostrar perspectivas renovadas de las arquitecturas históricas.
Historietas de Focho
Kazuyo Sejima
Autores varios
Libros
Interiorismo, diseño, construcción
Urbanidad de museo. Un proyecto norteamericano y tres europeos coinciden en prestar tanta atención al contexto como al programa. Si el museo de Houston entabla un diálogo urbano de opacidades y transparencias, el de Biel juega con las alineaciones vecinas; y si el de Machelen reproduce en sus trazas las de la ciudad que lo acoge, el de Nimega perpetúa una tradición de equívoco con la escala de los edificios públicos. Los comentarios son de, respectivamente, Farés el-Dahdah, Hubertus Adam, Marc Dubois y Ludger Fischer. Técnica / Estilo
Rafael Moneo
Museo de Bellas Artes, Houston
Diener y Diener
Centro PasquArt, Biel
Stéphane Beel
Museo Raveel, Machelen
Van Berkel y Bos
Museo Het ValkHof, NimegaPara terminar, Luis Fernández-Galiano comenta una película ganadora de cinco oscars donde se muestra el lado oscuro de la vida en las idílicas urbanizaciones que encarnan el sueño americano de la ciudad dispersa. Resumen en inglés
El sur siguiente
Luis Fernández-Galiano
Belleza americana
Luis Fernández-Galiano
Londres del milenio
Londres celebra su longitud, pero sus visitantes disfrutan de su latitud. La efemérides bimilenaria, que la ciudad ha querido conmemorar con la cúpula levantada en el Greenwich del meridiano, ha resultado una decepción cultural y organizativa; mientras su nuevo espíritu relajado y juvenil, que parece haber trasladado Londres a un paralelo varios grados al Sur, ha cristalizado bien en ese zoco simbólico del arte y las tendencias que es la Tate Modern. Estos grandes proyectos expositivos fueron iniciados por el gobierno conservador, pero se han convertido en emblemas de los dos rostros del nuevo laborismo; han sido ambos financiados con los beneficios de la Lotería, pero su fracaso o su éxito ha mostrado tener poca relación con el volumen de la subvención, diez veces mayor en el caso de la cúpula; y se sitúan los dos en la degradada margen derecha del Támesis, pero su capacidad de regeneración urbana se diría tan dispar como su propia acogida crítica.
La Cúpula del Milenio y la nueva Tate están engarzadas por el rosario de estaciones del nuevo metro, que prolonga la línea del Jubileo para comunicar las oficinas de Canary Wharf y estimular el desarrollo de otras zonas. Es probable que esta obra sea, a la postre, la más importante de todas; de hecho, el metro ha sido el tema más debatido en la campaña electoral para la alcaldía de Londres, que con el triunfo de Ken Livingstone ha visto un retorno a lo Tom Jones del antiguo presidente del GLC (la autoridad urbanística del Gran Londres, disuelta por Margaret Thatcher). Pero como argumenta otra vieja gloria izquierdista, el manager de los Sex Pistols Malcom McLaren, que retiró su candidatura en beneficio de red Ken, los grandes asuntos —como el metro— estarán fuera del ámbito de decisión de un alcalde, que haría mejor concentrándose en objetivos como mantener abiertas las iglesias, «los únicos sitios en Londres donde no hay que comprar nada".
De hecho, el renacimiento de Londres está íntimamente vinculado a su americanización consumista y mediática, que ha sustituido la cultura cívica por el estilo de vida envasado por Wallpaper. La prosperidad de los noventa ha producido una cool Britannia no muy distinta del swinging London de los sesenta, pero es posible que la vacuidad sensacionalista y cínica de muchos de sus protagonistas esté más próxima al punk nihilista de los setenta que al pop inocente de la década anterior, y que las vacas cortadas de Damien Hirst o las camas sucias de Tracey Emin tengan más deudas con Johnny Rotten y Vivienne Westwood que con Peter Blake y Mary Quant. Esta wonderland mestiza que ha sustituido la tradición por el spin, la flema por la emoción, y el té por el capuchino, ha construido también arquitecturas tan antitéticas como el circo jovial de la cúpula y la exactitud luminosa de la Tate. Pero los británicos despiden estos días a Barbara Cartland y a John Gielgud, y seguramente es imposible reconstruir su retrato contemporáneo sin esa combinación inextricable de lo trivial y lo excelso.