La vocación de arquitecto y la fe religiosa definen la biografía del monje benedictino Hans van der Laan (1904- 1991), la singular intensidad de cuya obra resume su ampliación de la Abadía de Vaals, a la que dedicó su vida y para la que diseñó incluso muebles, objetos de culto y tumbas.
Van der Laan concebía la arquitectura como representación de la naturaleza, pero también de la liturgia. Sus edificios disponen los elementos intemporales de la arquitectura —el muro, la columna, la estancia— atendiendo a un orden místico que se manifiesta en la austeridad de unos espacios de proporciones perfectas. La construcción se hace así un rito material que conecta al hombre con la naturaleza y proyecta sobre ella un orden racional. Sus escritos, de los cuales este volumen ofrece una antología, expresan también esa apasionada búsqueda del orden intrínseco del mundo y de la razón humana a través de la arquitectura porque, en sus palabras, «llegar a conocer en profundidad la disposición de la morada humana sólo es posible a través del contacto con la realidad: construyendo se aprende a construir».