Centro PasquArt, Biel

Diener & Diener Architekten 


Hubertus Adam

Situada en Suiza —el país europeo con mayor densidad de museos—, la localidad de Biel contaba ya con una suerte de foro cultural formado por el museo Friedrich Schwab, de historia antigua, el museo Neuhaus, de arte del siglo XIX y la colección sobre la Historia de la ciudad. Recientemente se ha unido a éstos un centro de arte contemporáneo, una idea que ya había sido tanteada varias veces sin llegar a cristalizar en ningún caso. Auspiciado por la Asociación del Arte de Biel, sus primeras exposiciones tuvieron lugar en 1986 en el edificio Pasquart, un hospital utilizado como escuela desde 1955. En 1989, el edificio fue transformado en museo, pero un cambio en la política comunal puso en peligro la vida de la institución. Finalmente, un industrial de Biel, Aristide Poma, donó a la ciudad siete millones de francos suizos para construir el museo, con la condición de que el erario público participara en el proyecto con el doble de esta cantidad. Aunque los recipiendarios entendiesen la operación como una suerte de caballo de Troya, sin la jugada póstuma de Poma Biel nunca se habría convertido en la atracción museística y arquitectónica que ahora es.Y eso es algo que necesita esta ciudad del cantón de Berna, pues su pintoresco casco histórico no alcanza a constituirse en elemento identificativo la región, con 150.000 habitantes. El le-gado de Poma logró vencer el desarrollo tortuoso que en Suiza se depara a proyectos comparables, y ya en 1994 se pudo convocar el concurso que ganarían Diener y Diener.

Una lección aprendida
El edificio Pasquart se levantó en 1866 como hospital, junto a una ladera rocosa del Jura; de tres alturas, su fachada de arenisca y enfoscado —de un neoclasicismo simplificado y tardío— se presenta sobria y contenida. La relación con el edificio existente fue el punto de partida del proyecto de Diener y Diener, y retoma uno de los temas centrales que ocupan al estudio de Basilea, bien a gran escala, como en la restructuración del área deWarteck a orillas del Rin, o a tamaño reducido, como en el edificio entre medianeras de la Barfüsserplatz, una buena muestra de lo que significa construir en el contexto heterogéneo del casco urbano. Carentes de autocomplacencia, los proyectos de Roger Diener responden con ‘silencio formal’ donde otros intentan llamar la atención con elocuencia plástica, o callan acobardados ante la presencia de lo existente. En una conferencia sobre patrimonio, el arquitecto se distanciaba tanto la subordinación histórica como del contraste explícito entre lo viejo y lo nuevo, con lo que lo existente pasa inevitablemente a un segundo plano. Así, lo que queda para el proyectista es un pasaje peligroso entre la complicidad armonizadora y una egomanía aplastante. La ampliación del Centro Pasquart muestra cómo evitar caer en cualquiera de estos abismos. Diener ha apilado las salas requeridas en un volumen compacto y cerrado que sólo abre tres huecos en fachada, ocultando la división de los pisos. 

Ópticamente, la ampliación supone un contrapunto al asilo de ancianos construido junto al flanco oeste del antiguo hospital y configura una composición simétrica del conjunto. Pero mientras el asilo de ancianos se adhiere sin más al edificio original, prolongando su línea de cornisa y la alineación de la fachada, la nueva adición muestra un mayor distanciamiento: ligeramente separados, sus testeros no se tocan, dejando una cesura que el cuerpo de la ampliación subraya retranqueándose 1,5 metros respecto de la alineación del hospital. Se conserva así el efecto plástico del volumen original, sin reducirlo a un plano de fachada que se funde con el resto de edificios. 

La coherencia del conjunto se consigue mediante otra serie de estrategias: por una parte, la planta baja se acristala negando el peso del cuerpo que sustenta y propone una relación antitética con el zócalo de piedra de su vecino; por otra parte, aunque no respeta la línea de cornisa del antiguo hospital, sí lo hace con la altura de coronación, subordinándose ligeramente. Y por último, establece mediante los paneles de piedra artificial gris verdosa del revestimiento una correspondencia sutil y cromáticamente algo divergente con la arenisca del hospital. Aunque el arquitecto juega con la imagen del edificio exento, la nueva construcción se identifica como ampliación de su vecino, pues sus tres plantas no están comunicadas entre sí, sino que conectan directamente con el núcleo de escaleras existente a través de las salas adosadas a la fachada trasera. Estas salas constituyen la espina dorsal que integra el hospital con la ampliación y albergan los ámbitos de exposiciones temporales y un cine. 

La escalera del edifico antiguo determina la división en altura de lo nuevo: mientras las plantas baja y primera se encuentran medio piso más abajo, accediéndose a ellas desde los descansillos originales, el último piso se encuentra a la misma altura que el pasillo antiguo correspondiente. De esta manera se mantiene la continuidad con la reducida altura de piso existente, sin renunciar a dotar de proporciones adecuadas a las salas. A pesar de la exigua superficie disponible, con distintos tratamientos de altura, luz y pavimentos se ha conseguido una gran variedad de situaciones espaciales. El ámbito de entrada, de baja altura y pavimentado con baldosas de hormigón, sustituye al antiguo vestíbulo incorporando la taquilla y la cafetería, pero puede usarse para exposiciones y conferencias. Un carácter más íntimo tienen las tres salas del primer piso, concatenadas en enfilade mediante huecos centrados y suelos de baldosa asfáltica. La sala superior opta por la introspección; pavimentada con terrazo, la luz sólo le llega a través de seis lucernarios lineales. Así, el camino hasta lo alto se escenifica como un ascenso desde el bullicio de un vestíbulo volcado a la ciudad hasta este santuario etéreo del arte...[+]


Obra 
Centro PasquArt de Arte Contemporáneo, Biel. 

Cliente
Fundación Centro PasquArt. 

Arquitectos
Diener y Diener. 

Colaboradores
Kienast Vogt Partner, D. Bosshardt (paisajismo). 

Fotos
Roland Halbe.