El proyecto es resultado del desarrollo de una serie de planes parciales a partir de una idea común: los espacios libres como síntesis de forma de ciudad. Esta idea estructural permite resolver de forma coherente la multitud de situaciones, planeamientos, promotores y presupuestos de cada fase.

El tratamiento global de los espacios libres y la preservación de la memoria del lugar son los objetivos principales del proyecto. El uso de un criterio unitario para la vegetación, los pavimentos y la iluminación genera un lenguaje que se desarrolla a una escala macro de la ciudad, confundiéndose con un sistema preexistente a ella misma.

El Parque de la Riera es la última pieza del sistema y permite la conexión con el paraje natural de Torre Negra y la Sierra de Collserola; se proyecta a partir de los mismos argumentos de continuidad, potenciando una riqueza topográfica y biológica aún existente por su distancia del centro histórico. Una serie de puentes sobre la riera permiten la conectividad transversal del parque con el tejido urbano colindante. El sistema de caminos consigue, en sentido longitudinal, conectar el centro histórico de la ciudad con el Parque Natural, atravesando paisajes singulares como los Jardines del Monasterio, la Riera misma o el parque final de la Alameda.