Situado al pie de las estribaciones de la Sierra de Collserola, justo donde el macizo montañoso se entrega con el torrente de Rubí, el cementerio se concibe desde el principio como un conjunto de jardines aterrazados diseminados por las laderas boscosas. Así, las unidades de enterramiento están diseñadas como muros de contención que se adosan a las pendientes formando bancales, adaptados a la topografía del lugar mediante una geometría versátil en planta, y que en sección  forma conjuntos de dos o tres alturas según el desnivel. 

Frente a estos muros que albergan los nichos se construye una pérgola cubierta de hiedras, jazmines y glicinias, creando una zona íntima, sombreada y agradable. El resto de la terraza, concebida como un jardín, se arbola con especies autóctonas, como encinas o pinos, para dar un fondo de continuidad a los bosques colindantes , y seañaden árboles más propios de la cultura mediterránea del jardín, como palmeras, plátanos, acacias o frutales. Estas agrupaciones de enterramientos en las laderas están comunicadas entre sí mediante un sendero rodado asentado sobre la traza de algunos antiguos caminos que recorre la totalidad de la finca, ofreciendo al visitante todos los puntos de vista posibles sobre el paisaje y con ello, un amplio conocimiento geográfico del lugar.