En los terrenos de la antigua estación de tren, al final del Paseo de Mossèn Cinto Verdaguer, el parque ocupa un solar triangular delimitado por tres calles con una fuerte pendiente entre ellas.

Las circunstancias urbanas determinaron la organización del proyecto. Por un lado el parque asume la prolongación del paseo y lo reproduce, revisitando el modelo tipológico de la doble hilera de arboles ritmada con elementos de mobiliario; por otro lado, resuelve el desnivel con un jardín boscoso de topografía cambiante que permite fácilmente la adaptación a los perfiles longitudinales de las calles perimetrales. Entre ambos, un muro de sección compleja traza un límite interior que se convierte en la principal característica del parque. De piedra local y altura variable, el muro alberga en sus diferentes tramos programas distintos: estanque, canal, fuente, reloj, gruta, cascada, bar, escalera o anfiteatro. En la parte superior sigue un sendero que delimita el bosque y permite una visión elevada de la arboleda.

A la manera de los antiguos jardines italianos como Villa d’Este o Villa Adriana, el muro se convierte en el protagonista del parque acumulando las anécdotas clásicas que, como divertimento, puntúan el recorrido del visitante. Jardín y paseo conviven y construyen un fragmento urbano.