La escuela se ubica en el tejido urbano del centro de Sabadell, en una esquina donde dos edificios alineados a la calle conforman un gran patio con un polideportivo soterrado en el interior de la manzana. El proyecto interviene sólo en el edificio más antiguo (1959), que acoge las clases de los más pequeños, y en unos pocos espacios exteriores.

La estrategia fundamental es agotar todo el potencial de la edificación, en superficie construida y en espacios utilizables. Las principales intervenciones son: una rehabilitación interior integral; una ampliación de 240 m² a los 1.200 existentes, con una nueva fachada sur al patio; la habilitación de dos nuevos espacios de juego exteriores; y un nuevo porche en la entrada.

La intervención más costosa, no prevista en las bases del concurso y que llevó a ganarlo, es la ampliación de las aulas de la crujía que da la calle. Pero se amplía por la otra fachada, la del interior de manzana —no se podía crecer hacia la calle—, pasando de 15,5 m de profundidad edificada a 18,5. En planta baja se amplían las aulas infantiles que dan al patio, de 35 a 50 m², manteniendo el pasillo en el lugar original. Por el contrario, en las plantas piso se amplían las que dan a la calle, desplazando el pasillo al otro lado de la pared de carga central, propiciando una de las acciones más contundentes y singulares: la obertura del nuevo pasillo atravesando los muros de 30 cm que separaban originalmente las aulas. Para la ampliación se añade una estructura (parásita) metálica, apoyada en los pilares de acero de la fachada preexistente —de una primera ampliación de 1970— y en los nuevos pilares al límite del patio, que aprovechan un muro de contención soterrado cómo cimiento.

En la fachada sur, un sistema pasivo de lamas fijas de chapa perforada regula la incidencia solar —entra sólo el 20% de radiación anual concentrada en los meses más fríos— y permite una buena ventilación de las aulas. Las lamas, resistentes a los pelotazos, se apoyan a grandes montantes de madera laminada de pino Douglas, generando una composición de orden vertical que contrasta con los horizontales que dominan en las otras fachadas al patio.

Una azotea inaccesible se convierte en un nuevo espacio exterior de recreo —con magníficas vistas a la ciudad—, reforzándose el forjado y añadiendo un nuevo tramo a la escalera existente, que se preserva en las plantas inferiores. Otro patio para los más pequeños se gana sustituyendo 250 m² de vidrio de la claraboya sobre la escalinata de acceso al polideportivo soterrado por un nuevo forjado colaborante apoyado en las vigas preexistentes; y se aprovecha el techo de hormigón de la zona del ascensor (40 m²) para hacer una piscina de arena y una grada.