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Domicilios.. El presente de la casa es la prolongación de su pasado, pero también una prefiguración de su futuro, mostrando la resistencia de los hábitos cotidianos al paso del tiempo. La de la modernidad fue la última revolución residencial, y los modelos que surgieron de ella a ambos lados del Atlántico no han perdido vigencia, como tampoco ha dejado de considerarse el proyecto doméstico un campo de pruebas para otros tipos de edificios: las formas de lo íntimo se transmutan en ocasiones hasta alcanzar dimensión pública.
Sumario
Luis Fernández-Galiano
Futuros ficticios
Richard Ingersoll
Neutra: de la cueva a la tienda
Antonio Armesto
Sostres: mitos familiares
Luis Fernández-Galiano
OMA y H&dM, formas vivas
Edificios: proyectos y realizaciones
Casos de casas. Empezando por una zona residencial de Colonia y terminando en un barrio popular de Barcelona tras visitar acantilados galeses, muelles holandeses y montañas norteamericanas, estos doce proyectos constituyen un pequeño catálogo de ‘casos de casas’, donde se ofrecen por un lado alternativas a los condicionantes del emplazamiento o a las exigencias del cliente, y por otro intentos de singularizar el programa doméstico. Y un orden posible de exposición dos a dos lo sugiere el propio argumento de las obras: la fidelidad a las formas arquetípicas; la relación entre lo construido y el paisaje; la abstracción como expresión del espíritu de los tiempos; la reivindicación de episodios históricos; la revisión de los cánones establecidos por la normativa; y, finalmente, la reinterpretación contemporánea de motivos locales.
Arquitectura
O.M. Ungers, Colonia
Clotet y Paricio, Barcelona
Ken Shuttleworth, Wiltshire
Future Systems, Pembrokeshire Shigeru Ban, Osaka
Vallejo y Capilla, Gorraiz
Campo Baeza, Sevilla la Nueva
Souto de Moura, Matosinhos
Josep Lluís Mateo, Amsterdam
MVRDV, Amsterdam
Steven Holl, Catskill Mountains
Miralles y Tagliabue, Barcelona
Libros, exposiciones, personajes
Formas del espectáculo. La ingeniería se pone al servicio de la fiesta en el coso romano de Nîmes y en la plaza de toros de Vista Alegre; y Juan Navarro Baldeweg gana el concurso para construir en Madrid el Teatro del Canal. Arte / Cultura
Jaime Cervera
Cosos cubiertos
Ángel Luis Fernández
El Teatro del CanalModelar la memoria. El portugués Álvaro Siza en Salemi, y el español Juan Miguel Hernández León alización: de la profusión de formas y colores empleados resultan unos pictogramas folklóricos y añejos, inadecuados como instrumento de comunicación y como reflejo de la realidad. Productos
Informática, Muebles, Vidrios
Resumen en inglés
Residences
Vicente Patón
Señalética y estética
Luis Fernández-Galiano
Domicilios
El correo electrónico no ha sustituído al correo postal, y el domicilio en la red no ha reemplazado al domicilio en la ciudad. Los cuerpos físicos no pueden aún habitar espacios virtuales, por más que las nuevas élites cinéticas aspiren a la misma deslocalización incorpórea de la información o el dinero, permanentemente en tránsito por las redes de un mundo enmadejado de flujos. Aunque algunos fantaseen con el nomadeo insomne de los frequent flyers que fatigan hoteles y responden al teléfono móvil advirtiendo de su posición cambiante en el planeta, lo cierto es que la fantasía más frecuente se remite todavía a un lugar en el mundo, preferiblemente en la forma de una ficción doméstica. Varias de las más recientes se presentan en este número, agrupadas bajo la advocación piadosa de un título tomado en préstamo al escritor y periodista Vicente Verdú.
Si estas casas de autor son domicilios, lo son sobre todo de los sueños domésticos, porque en ellas reside la capacidad de la arquitectura para alimentar la promesa de una vida mejor. Esta promesa, sin embargo, es hoy en buena medida ficticia: las fantasías domiciliadas en la casa están en irónica contradicción con la multiplicación caudalosa de las promociones residenciales que consumen el territorio con su metástasis implacable, devastando a la vez la ilusión de una arcadia campestre y el mito elusivo de la casa individual. Transformados de sueño en pesadilla, estos conjuntos corales de viviendas orquestadas en orden disperso fingen la misma personalidad autónoma que el enjambre de moléculas motorizadas que se desplaza en automóvil hasta ellas, y cuyo movimiento browniano resulta tan azaroso en sus detalles como previsible en su patrón.
Estadístico como las leyes de los gases, el crecimiento en mancha de aceite de los tejidos urbanos desmiente los pronósticos orgánicos que auguraban la extensión de las ciudades con la lógica anatómica de las estructuras articuladas, y disuelve en fragor sociológico la esperanza ilusoria de atribuir a cada célula una voz y un propósito individual. La trama tupida de la ciudad compacta licúa así su tejido en una papilla residencial que se derrama por el territorio, penetrando capilarmente en cada recoveco, y ahogando en su flujo viscoso la ficción engañosa de las casas singulares, segregadas y estúpidas como las partículas elementales de las que escribe el novelista y poeta francés Michel Houellebecq. El domicilio material sobrevive al virtual, y el domicilio postal al electrónico, pero ambos naufragan en el mismo océano de basura que sepulta tanto el universo físico del paisaje como el universo inmaterial de la comunicación.