Como es bien sabido, Cerdá imaginó las manzanas de su Ensanche edificadas sólo en dos de sus lados. Esto era absolutamente revolucionario para su época, y casi se puede considerar un anticipo de la idea de la ciudad moderna, a base de bloques exentos y grandes espacios abiertos. Pero a la hora de su construcción real, las consideraciones económicas fueron más poderosas que los ideales urbanísticos, y las manzanas acabaron por cerrarse en todo su perímetro e incluso por colmatarse en su interior. Sin embargo, la resolución de las plantas y la articulación de las fachadas fueron un campo abonado para la experimentación con los flexibles principios compositivos del eclecticismo histórico de finales y principios de siglo. En el Ensanche cabía todo, desde las revitalizaciones de los estilos históricos hasta las excentricidades de la renovación modernista.

Tusquets y su estudio han tenido la oportunidad de aplicar sus ideas compositivas en cuatro proyectos para el ensanche barcelonés. El de Canaletas ya se ha reseñado anteriormente, y los de Triomf, Concepció y Urgell forman una trilogía en la que se han adoptado criterios semejantes. Todos ellos cumplen la estricta ordenanza que trata de proteger el carácter ecléctico y tradicional de las fachadas de este trozo de ciudad. Verticalmente se dividen en los elementos ya clásicos: basamento, cuerpo intermedio y remate. La escala del cuerpo bajo es siempre mayor e incluye tanto locales comerciales como bocas de aparcamientos. En el cuerpo intermedio se despliega toda la panoplia de elementos tradicionales en esta arquitectura: huecos verticales, miradores acristalados y balcones. Y todo ello queda rematado por detalles más libres y menudos: óculos, balaustradas y marquesinas. De los tres proyectos, sólo uno dobla la esquina, y por dos veces. Y, como era de esperar, lo hace a base de miradores angulares que articulan las dos fachadas... [+]