El departamento del Atlántico, al norte de Colombia, con sus vastas llanuras, grandes ríos y condiciones climáticas variables, es también una zona históricamente afectada por la pobreza, donde la falta de infraestructura pública —y el insuficiente mantenimiento de la existente— genera vulnerabilidad frente a las inundaciones que se producen en la zona, y donde las condiciones de vida de la población son precarias.

La propuesta del Gobierno de impactar la región con veintiún jardines infantiles respondió a dos necesidades fundamentales: en primer lugar, reemplazar rápidamente la infraestructura afectada por las inundaciones; y en segundo lugar, expandir la escasa cobertura educativa para la población más vulnerable, que es la primera infancia. El principal desafío consistió en encontrar una forma rápida y económica de desarrollar tantos jardines infantiles cumpliendo con las exigencias gubernamentales de tiempos y presupuestos.

El impacto social de este proyecto ha sido notable en términos de su implementación. Se construyeron los veintiún edificios en sólo dieciocho meses. Esta estrategia permitió al Gobierno no sólo extender la cobertura educativa a áreas remotas con presupuestos mínimos, sino también generar un manual de implementación diseñado para su fácil replicabilidad. Estos edificios hoy cobraron el valor de punto de encuentro comunitario y también son un motivo de orgullo para la región.

El proyecto es un diseño modular y sistemático que hasta ahora se ha implantado con éxito en diferentes entornos urbanos y periurbanos. Más que un objeto arquitectónico pensado en términos únicos de lugar y localización específicos, este es un sistema abierto compuesto por módulos, capaz de adaptarse a diferentes circunstancias topográficas, urbanas y programáticas. Las principales nociones de función y eficiencia de la arquitectura son transgredidas en este proyecto desde la idea del juego como un concepto espacial que apoya la búsqueda de nuevas experiencias cognitivas.

Concebido el proyecto como un sistema, los espacios pedagógicos que lo conforman se presentan como módulos independientes y autosuficientes, que comparten también un proceso constructivo rápido y simple. Esta organización permite que el sistema funcione según las diferentes condiciones espaciales del programa, y posibilita su articulción con el contexto libremente: puede plegarse, retraerse —para configurar espacios centrales o patios—, girar para abarcar preexistencias —árboles, estanques, otros accidentes...—, etc...[+]