Este pabellón se inspira en la riqueza arquitectónica y paisajística de Francia. Evocando los grandes mercados del siglo XIX —en particular, el gran espacio a cubierto de Les Halles de Baltard en París—, un espacio de 2.000 metros cuadrados de superficie, que funciona como una plaza pública, acoge a los visitantes para conducirlos a la zona expositiva situada en la planta superior. Por su parte, la referencia a los paisajes agrarios resulta evidente en la geometría orgánica del pabellón, que se ha concebido como si fuese en sí mismo un paisaje de colinas sinuosas.

Estas referencias culturales y biológicas se refuerzan gracias a la imagen arborescente de la estructura, que está compuesta por dos familias perpendiculares de vigas laminadas cuya intersección forma un riguroso patrón de casetones cuadrados que define el envés del edificio, y que contrasta con la libertad orgánica de la falsa bóveda resultante.

Las vigas laminadas se han fabricado con brazos robotizados de gran precisión, que cortan las piezas a partir de las coordenadas que le suministra un programas de control numérico. Las directrices curvilíneas productos del corte ganan o pierden peralte para producir el sugerente juego de compresiones y dilataciones espaciales que define el espacio interior. La serie de metáforas orgánicas se completa con el material elegido: madera de bosques franceses...[+][+]