Gran parte del éxito de la producción alimentaria española se basa en una combinación entre tradición e innovación: este es el argumento del Pabellón de España, que se expresa mediante dos naves siamesas, de carácter marcadamente longitudinal y diferenciadas tan sólo por la materialidad de sus acabados. Mientras que la primera, con su serie repetitiva de pórticos de madera laminada, evoca la tradición de las barricas de vino o de los capachos para el prensado de aceite, la segunda nave evoca la innovación gracias a la atmósfera producida por los reflejos del acero inoxidable pulido, material con el que se revisten sus pórticos y superficies y que en ocasiones asume tonalidades rojizas u ocres en honor al vino y al aceite nacional. La disposición de la mayor parte del programa en el sentido longitudinal del solar permite no sólo enfatizar la seriación de los pórticos, sino también liberar un espacio abierto adyacente donde se ubica el volumen complementario del auditorio.

Un gran umbráculo sombreado ocupa la planta baja, y el programa expositivo se presenta mediante unas cajas de madera contralaminada que cuelgan de los pórticos y a las que se accede mediante rampas. Sobre ellas, un tercer nivel de terrazas alberga huertos de cultivo y se cubre por un cerramiento de elementos transparentes y translúcidos que recuerda los invernaderos del campo ibérico...[+][+][+]