La singularidad del pabellón de Brasil, más allá de constituir la única plaza sombreada entre los 96 pabellones que componen la Expo, es la red por la que pueden caminar, sentarse o tumbarse aquellos que quieran visitarlo. El proyecto combina la arquitectura y la escenografía para transmitir los valores de la agricultura y de la ganadería brasileña, por lo que, más que un pabellón temporal, se ha construido un espacio de inmersión sensorial colonizado por especies vegetales endémicas del Brasil así como información sobre tecnología avanzada, y todo ello en un contexto interactivo y divertido.

En el nivel inferior se ubica el material expositivo —que se organiza en curvas sinuosas que se inspiran en el curso del Amazonas y que se adaptan a una cuadrícula cartesiana— y, sobre él, conformando un cielo vibrante por el que caminan cientos de personas, se ubica la red. Este entramado cosido a la estructura metálica del pabellón y tensado mediante cables fijados al suelo, se presenta como una interpretación del sector primario brasileño, que es una red flexible, suave y descentralizada extendida por todo el país. Además, siguiendo la misma filosofía sostenible por la que se rige la agricultura, el pabellón cuenta con un sistema constructivo de módulos prefabricados, con materiales reciclables y un sistema de agua reutilizable...[+][+]