La Avenida da Boavista es el tramo urbano rectilíneo más largo que existe en Portugal. Tiene cinco kilómetros de longitud y une la Casa da Música de Rem Koolhaas, en el centro de la ciudad, con el océano Atlántico, al oeste. En el lugar donde se diluye su carácter urbano y las construcciones comienzan a aparecer de manera fragmentada, se levanta el complejo Burgo de edificios de oficinas y locales comerciales. Se trata de un conjunto formado por una torre cuadrada y un prisma horizontal de planta rectangular, dispuestos sobre un plinto que los eleva con respecto al nivel de la calle y que contiene dos plantas de aparcamientos. Ambos edificios cuentan en planta baja con locales comerciales y portales de acceso a las oficinas de los niveles superiores. La torre se separa del borde de la parcela para aumentar la sección de la avenida y esponjar la plaza elevada que forma el plinto. Una escultura preside el espacio público que precede a la entrada de la torre, ubicada en una de sus fachadas laterales, en un pequeño recorte del frente occidental.

El proyecto se ha desarrollado en dos fases muy separadas en el tiempo: de 1991 a 1995 y de 2003 a 2004. Las cuestiones referentes a la forma y la estructura de la torre estuvieron condicionadas desde el primer momento: la normativa contra incendios impuso la altura máxima de setenta metros; los consultores e ingenierías determinaron la modulación de los pilares y el espesor de las losas de forjado, de 35 centímetros; y este espesor, para una carga dada, definió la luz máxima que podía soportar la estructura, haciendo que el ancho de la pieza fuese de 27 metros. Por último, según la superficie libre de uso requerida por el cliente, el reglamento de seguridad impuso un núcleo central compuesto por dos escaleras y cuatro ascensores, con lo que la configuración del espacio interior quedó también dibujada a priori.

Así, con el volumen y el funcionamiento de la torre definidos, al estudio le quedó la tarea de diseñar la fachada. Para ello, la propiedad desechó la utilización de materiales como la madera y el hormigón prefabricado, mostrando su preferencia por el granito, un material de construcción típico de Oporto, que se ha empleado aquí en finas láminas combinadas con perfiles portantes de acero. La composición modulada de esta piel, prolongada en el antepecho de la cubierta, da a la torre la imagen de un prisma continuo y abstracto en el que no se diferencian base, fuste ni coronación, mientras que la pieza horizontal, más transparente, muestra sin ocultarlos los elementos técnicos y los áticos que se apoyan sobre su cubierta.