Madrid se acelera porque España lo hace. El crecimiento desbordante de la ciudad refleja el singular dinamismo de la economía del país, que tiene en la capital sus principales sedes operativas y su más vigoroso motor empresarial. La velocidad del cambio es vertiginosa, y la naturaleza inédita de la mutación urbana provoca a la vez admiración y ansiedad. Sin lugar a dudas, el actual estirón territorial tensa hasta el límite tanto la tolerancia material de la malla ciudadana como la resistencia inmaterial de los nervios ciudadanos, pero hasta los habitantes más castigados por las obras insomnes de la metrópolis aceptarán al cabo la penitencia de la confusión si la alternativa a la energía desordenada del auge no es otra que el declive de un Madrid menguante. Hoy, vibrando como un proyectil bajo el impulso de su turbo inmobiliario, la estructura violentada de la ciudad se desajusta y se recompone con la misma ductilidad que su tejido económico.

Un estudio de la agencia de ratings Standard & Poor’s sitúa a Madrid entre los cinco primeros centros económicos del mundo, según un criterio que incorpora factores políticos, sociales y demográficos, amén del potencial de desarrollo. Las nueve empresas españolas que figuran entre las 500 mayores del planeta, como subraya el sociólogo Mauro Guillén comentando la lista de Fortune, tienen su sede o centro de decisión en Madrid, otorgándole el sexto lugar en el ranking de ciudades globales; las nueve compañías —Repsol YPF, Santander, Telefónica, Endesa, Cepsa, BBVA, Altadis, ACS e Iberdrola—operan además en sectores de alto valor añadido (servicios, infraestructuras y energía), lo que las hace más competitivas, y esta musculatura empresarial se refuerza con la creciente implantación en la ciudad de sedes latinoamericanas de multinacionales europeas, así como de alguna sede europea de empresas y organismos de Latinoamérica.

Este continente fue el destinatario de la primera oleada de adquisiciones españolas, que sumaron 80.000 millones de euros entre 1992 y 2001; la segunda etapa de compras, centrada en Gran Bretaña (incluyendo O2, Abbey, BBA y Scottish Power), suma ya 83.000 millones; y en el horizonte se perfila una tercera fase orientada hacia China, donde Telefónica y BBVA tienen en curso adquisiciones significativas. Tal ímpetu expansionista se explica, según The Financial Times, por la fortaleza de una economía cuyo crecimiento cuadruplica el de Alemania, mientras la población se incrementa con flujos migratorios colosales. Esta euforia del metabolismo monetario y humano es el fundamento de la vitalidad constructiva de Madrid, y acaso sólo el colapso de la burbuja inmobiliaria pueda frenar la acelerada carrera del país y de su capital, interrumpiendo el círculo vicioso o virtuoso que traslada el vértigo del gráfico bursátil al perfil urbano.


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