Arte y cultura  Exposición 

Las constelaciones de Baldeweg

El ojo y la mano

Eduardo Prieto 
30/11/2014


Casa de la lluvia (1979-1982)

Hay artistas que se definen por el estilo; otros, por la sensibilidad. Los primeros imponen su lenguaje al mundo; los segundos se dejan llevar por su fascinación por el mundo. Unos ‘crean de la nada’; otros se contentan con indagar en la riqueza inagotable de lo que ya existe. Aquellos buscan; estos encuentran.

Sin duda, Juan Navarro Baldeweg pertenece a la nómina de los artistas con una sensibilidad tan personal como valiosa: una sensibilidad nada introvertida, además, que abre sus poros al mundo físico que nos rodea. Acontecimientos como la luz que baña los ojos, la gravedad que nos mantiene firmes en el suelo, el tiempo que construye y a la vez destruye, son sus argumentos creativos. Por ello, su trabajo consiste en un diálogo con la materia: es un canto a lo físico. Es la sensibilidad de Navarro Baldeweg la que explica asimismo sus diversas facetas como artista: el pintor fascinado por las atmósferas envolventes de Matisse; el escultor que construye ambientes en la estela de György Kepes; el arquitecto cuyo fructífero eclecticismo responde a esa misma y obsesiva afición por la materia... Y todas ellas encadenadas en un tozudo ir y venir por los mismos temas y desplegadas en un ritornello que sin prejuicios atraviesa las fronteras entre las disciplinas artísticas...


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