El mito de lo mediterráneo
Exposición en el museo ICO de Madrid
El Sur es menos un punto cardinal que una idea. Una idea tan rica como contradictoria que ha servido para dar salida a ciertos anhelos de las sociedades modernas, como la búsqueda de lo esencial y lo ingenuo o la vindicación de las presuntas verdades de la tierra. El Sur es, además, una idea creada desde la distancia, es decir, construida sobre todo por gentes ajenas al sol, para quienes el mundo perdido de lo clásico se asoció con lo meridional, y lo meridional se vinculó con Italia, para acabar ligándose a otro término más amplio: el ‘Mediterráneo’.
La historia de la invención moderna del Mediterráneo es conocida. Durante mucho tiempo, el grand tour, frecuentado sobre todo por artistas y aficionados ingleses, aseguró que la savia del clasicismo siguiera fluyendo de Italia al resto de Europa. Después, un alemán, Winckelmann, comenzó a difundir la especie de que Italia no era sino el sucedáneo de otra cultura más valiosa, la griega; doctrina que intentó enmendar Goethe, otro germano que, buscando la belleza clásica, se había topado en sus viajes por Nápoles y Sicilia con una belleza de otro orden, la popular, presente en construcciones sencillas y blancas con tejados planos, ventanas sin cristales y terrazas en las que la gente se sentaba al sol como si estuviera en un «paraíso homérico». Fue la misma belleza que persiguieron otros filósofos y literatos alemanes, desde Schopenhauer hasta Adorno, pasando por Nietzsche o Benjamin...[+]