El edificio se levanta en un solar triangular junto al Vapor Sampere, uno de los más importantes ejemplos de arquitectura industrial de la ciudad de Sabadell, construido a comienzos del siglo xx para suministrar energía a los abundantes telares que poblaban la ciudad. Compuesto por dos piezas que alojan locales en planta baja y viviendas en el resto de plantas, el proyecto pretende mejorar la calidad del espacio interior de manzana, así como la relación volumétrica entre las nuevas edificaciones y el conjunto fabril preexistente.

La edificación se escalona desde una máxima altura de seis plantas —alcanzada en el chaflán que forman las calles Tres Creus y Sallarès i Plà— hasta el punto más bajo, con una altura de tres plantas, en el punto de contacto con el Vapor Sampere, en la calle Turull. Hacia el interior, volcándose al sur para disfrutar de las mejores vistas, el proyecto se abre por medio de una poligonal quebrada que hace que el espacio entre los nuevos edificios y la antigua fábrica no funcione como un simple paso, sino como un amplio recinto semipúblico que genera nuevas vistas del edificio histórico.

Las evidentes diferencias en las condiciones del entorno generan una clara dualidad entre el exterior del edificio, orientado hacia la calle Tres Creus —una de las más importantes del centro de Sabadell—, y su interior, donde se hace presente la aspiración a la privacidad y la calma.

Las fachadas exteriores, de claro carácter masivo, se construyen con ladrillo. Este material va tomando diferentes texturas a medida que se asciende en altura, perdiendo relieve. Con la intención de evitar una disposición rígida y monótona, los huecos se distribuyen siguiendo un ritmo laxo. Las fachadas interiores, por el contrario, están definidas por un sistema de fachada ligera que se resuelve con persianas proyectables de madera. Esta protección solar intensifica, por un lado, el uso de unas galerías exteriores que, dado el buen clima del que goza Sabadell, resultan espacios agradables durante buena parte del año; y por otro lado, crea una imagen doméstica que evoca los cierres tradicionales de patio, tan propios del ensanche Cerdà.

Esta diferenciación de las envolventes está relacionada íntimamente con la planta de las viviendas: hacia el exterior se sitúan los dormitorios y baños en rigurosa disposición, mientras que hacia el interior, orientados al sur y a las vistas, se vuelcan los espacios más vivideros. Con una disposición mucho más libre, el estar, el comedor y la cocina quedan determinados por la línea poligonal de la fachada...[+][+]