Situados junto a uno de los muros de piedra que rodea del recinto, la organización de los pabellones se inspira en la estructura de las huertas. El conjunto se rodea con cañas de acero verdes que hacen las veces de valla perimetral. Paños de vidrio del mismo color forman un muro zigzagueante, flanqueado por franjas de distintas anchuras. En las más estrechas se insertan los pasillos y en las más amplias, las cajas de las habitaciones. En ellas, todo —suelo, paredes y techo— es transparente. No hay muebles, sólo una colchoneta verde a tiras. En los baños no hay lavabos, sino palanganas por las que fluye el agua, mientras que las bañeras, rellenas con piedras, evocan la frescura de los arroyos. El objetivo es desmaterializar el espacio por medio de la luz, el color, las transparencias y los reflejos para que la naturaleza, abstracta o real, penetre en el interior.