La casa supone la oportunidad de recuperar el vaso seco de un estanque y un antiguo molino situados a las afueras de Llagostera, a escasos kilómetros de la localidad costera de Sant Feliu de Guíxols. La posición de la nueva construcción, al borde del agua, determina su función de engarce con el campo cultivado que rodea los edificios.

Los muros de piedra del molino, que se ha rehabilitado como espacio de trabajo, contrastan con la superficie ondulante que recubre la pieza longitudinal de vidrio sobre el estanque. Este recubrimiento a base de chapa de acero inoxidable crea un límite difuso entre interior y exterior, bañando la vivienda de una luz cambiante y de los reflejos del agua. La estructura del pabellón se conforma a partir de una secuencia de pórticos triangulados, sustentados por esbeltos pilares planos de acero y arriostrados por un cajón en celosía a modo de espina dorsal. Este nivel contiene estancias como la sala de estar, la cocina, vestidores y un aseo, además del dormitorio principal rematando uno de los testeros. Una escalera de un único tramo permite acceder al nivel inferior, donde se sitúan los restantes dormitorios —iluminados a través de un estanque que funciona a modo de patio inglés—, zonas de estudio, una piscina y el garaje.