Un jardín escenifica con leyes propias fragmentos de naturaleza en un espacio delimitado. En un retal de terreno, entre el viejo camino para carros que permitía ir de Olot a Santa Pau y la nueva carretera de tráfico rodado que cubre el mismo trayecto, se ha proyectado un espacio de acogida a la Fageda d’en Jordà —un bosque de hayas situado a una cota excepcional (entre 500 y 600 metros sobre el nivel del mar) debido a la particular orografía y al subsuelo volcánico—, en pleno Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa. Una zona de aparcamiento, un bosque como lugar de recreo, un punto de encuentro y el jardín volcánico: son los elementos que conforman este paisaje singular, caracterizado por el conjunto de terrazas de escoria volcánica, de distinto color y tamaño, que descienden como lava sobre la Fageda. Un laberinto de luces y sombras. El dintel-cubierta que protege el pabellón se suspende sobre dos elementos que se abren y cierran para acoger unos aseos, un bar, un almacén y un punto de información. Únicamente dos materiales, el acero y la madera —cubiertos de óxido y de una pátina negra, como masas de escoria tendidos sobre un suelo pétreo, casi basáltico— han sido necesarios para materializar la propuesta.