Guardería infantil, Sondica
Eduardo Arroyo 

Guardería infantil, Sondica

Eduardo Arroyo 


En un entorno montañoso y verde, la silueta del edificio refleja en sus quiebros las distintas estancias creadas a medida del niño, en las que puertas de baja altura definen un dominio vetado a los adultos.

Construida por encargo del Colegio Vizcaya, esta guardería ubicada en un entorno privilegiado rodeado de naturaleza se ha concebido no sólo como un recinto donde el niño recibe cuidados, sino también como un lugar de transición que le lleva desde su entorno familiar protector y cálido a la vida en sociedad y la convivencia a través del juego, primer aprendizaje para la vida. Entre el espejo mágico de Alicia en el País de las Maravillas y la piel de una bolsa marsupial, sus planos de vidrio envuelven al niño en un mundo propio y seguro, cuyo territorio queda perfectamente definido por la dimensión en altura: el metro y quince centímetros como medida de puertas, ventanas, objetos y materiales que permite entrar en el universo infantil u obliga a quedarse fuera, en el mundo que pertenece a los adultos.

Al este se sitúan las aulas, el refugio desde el que el niño puede asomarse a la realidad y observar lo que sucede fuera a través de un muro transparente y cambiante, recibiendo el calor y la luz del sol durante sus juegos matinales. El paisaje desde aquí está dominado por una alfombra de césped que llega hasta la fachada acristalada y un fondo montañoso de tonalidades verdosas. La separación de las aulas mediante paneles acristalados móviles permite transformarlas en otras más amplias o en una única sala. Entre las aulas se encuentran los aseos infantiles, cuyos accesos desde éstas crean una segunda circulación interior paralela al muro de vidrio. Los servicios marcan asimismo la entrada de los niños desde la zona de juegos ajardinada, a través de puertas de su tamaño. En la orientación opuesta, al oeste, se encuentra la parte más protegida, donde el vidrio estructural translúcido mantiene a salvo de miradas extrañas las zonas de descanso sin perder el contacto con el exterior. Aquí, un espacio de grandes dimensiones que puede segregarse del resto mediante un diafragma, permite albergar múltiples actividades complementarias según las necesidades del momento. Una puerta corredera de escala infantil se abre en este plano.

El relieve multifacetado de la cubierta metálica bajo la que todo se unifica traduce al exterior las distribuciones interiores, mimetizando el entorno y reflejando los efectos de la luz en sus distintos ángulos. En el interior, las diferentes alturas del techo particularizan cada uno de los espacios y los hacen más reconocibles. El testero sur es una pared de ladrillo vitrificado que separa el edificio de la carretera, y el testero norte es un muro de filita apomazada que se abre como la cueva de Alí Babá para permitir la entrada desde el aparcamiento.

La fachada oeste se cierra con vidrio estructural translúcido para proteger las zonas de descanso.


Cliente Client
Cooperativa de Enseñanza
Colegio Vizcaya

Arquitectos Architects
Nomad Arquitectura: Eduardo Arroyo 

Colaboradores Collaborators
Joaquín Antuña, Ignacio Ávila (estructura structure); Skorpio: Patxi Hernando (electricidad electricity); Pedro Paz, Pablo Jiménez (aparejadores quantity surveyors) 

Contratista Contractor
Lomsa

Fotos Photos
César San Millán