Al sur de Las Palmas, en un contexto definido por los vacíos urbanos, destaca la volumetría rotunda de este edificio universitario cuyo programa se divide en dos partes: la vinculada a la docencia, departamentos y administración, y la destinada a la investigación. Esta última determina el enfoque del proyecto. Se trataba de responder al reto que este tipo de programas abiertos plantea: la rápida obsolescencia de las instalaciones debida a la demanda variable de tecnologías y requerimientos. La exigencia de máxima versatilidad se consigue gracias a la envolvente, concebida como el lugar por donde se podrá disponer desde la cubierta el trazado de las nuevas instalaciones. Para ello se aprovecha la cámara de un metro de ancho que separa las dos hojas de la fachada, un espacio transitable y registrable. La hoja interior es masiva, de carácter tradicional, mientras que la exterior, construida con perfilería de aluminio dispuesta según dos patrones modulares, hace las veces de celosía que protege del sol y dota al edificio con una imagen permeable, cambiante a lo largo del día y las estaciones.