El cometido principal de este laboratorio situado en el municipio vizcaíno de Mungia es albergar un gran espacio destinado a la realización de ensayos con transformadores de ultra alta tensión. Este destino, tan peligroso como específico, exige que la nave donde se efectúan las pruebas conforme una jaula de Faraday, de manera que los equipos eléctricos implicados en las pruebas se puedan aislar de las radiaciones electromagnéticas exteriores, asegurándose de este modo que los datos obtenidos tengan la máxima precisión.

Pese a su sofisticación tecnológica y su tamaño (30 metros de altura), el edificio se inserta en su entorno procurando reducir su impacto en el paisaje y humanizando su geometría rigurosa gracias a los grandes pliegues de la fachada, cuyo tamaño y acabados permiten generar una imagen más amable. A este efecto contribuye el hecho de que la piel del edificio esté construida con bandejas pulidas de acero, que disuelven ópticamente el volumen prismático en una bruma de reflejos que van cambiando conforme lo hacen las condiciones lumínicas del exterior.

Con 150 milímetros de canto, 600 de ancho y 1 milímetro de espesor, y colocadas con tornillería autotaladrante, las bandejas de la fachada conforman un sándwich que se completa con un aislamiento térmico de lana de roca de 10 centímetros de espesor, y se fija a una subestructura formada por perfiles engatillados de acero de 300 milímetros de anchura. Para evitar la entrada de agua, todos los vértices del edificio se realizan con piezas especiales.