Cada uno desea dentro de sí un castillo y una choza, decía Gaston Bachelard. La choza irradia humanidad y fraternidad campesina, mientras que el castillo remite al orgullo y al poder; ambas enmarcan la necesidad de retiro, de expansión, de simplicidad y de magnificiencia. En esta dualidad se debate la vivienda situada en la pequeña pedanía de Aldea Rica, en el municipio de Vila Nogueira de Azeitâo, entre Setúbal y Lisboa, junto al parque natural de la Arrábida. Se quiere construir una residencia unifamiliar con aspecto de casa, con todos los elementos propios del arquetipo que yace en el subconsciente: tejado inclinado a cuatro aguas, ventanas, chimenea, porche, terraza y cancela. Pero debe tener la solidez de un castillo, no debe deteriorarse con el paso de los años, el tiempo debe ser un aliado, de modo que los efectos que éste cause, como oxidación, erosión, sequía o humedad, se integren en el proyecto desde un inicio y formen parte de su identidad y por tanto de su belleza. Pero no sólo se piensa en cómo debe de evolucionar el edificio, si no también se desea que no sea extraño al lugar y parezca que siempre estuvo allí. Dos materiales responden a estos requerimientos, eligiéndose por su capacidad de transformación con el paso de los años y su alta durabilidad: hormigón y acero cortén, que tratados del modo adecuado consiguen un aspecto envejecido y dotan a la vivienda de un cierto carácter atemporal.

Los clientes querían una casa con vista a las montañas pero cerrada al entorno inmediato. La parcela triangular emplazada en el cruce de dos calles permitió que, respetando el área de ocupación exigida por la normativa, la construcción se separara lo máximo posible de los lindes acentuando la independencia con los edificios de los alrededores.

Se diseña un volumen monolítico y masivo salpicado con huecos que responden rigurosamente a las necesidades interiores. En planta baja la casa retranquea sus fachadas sur y oeste generando espacios de transición entre el interior y el exterior. Estos huecos que parecen horadados en la pieza se cierran con grandes paños de vidrio protegidos por enormes puertas correderas de acero cortén, que participan de la imagen recia del volumen. En contraste se diseña un interior luminoso y cálido, con paredes trasdosadas con cartón yeso y un suelo radiante acabado en madera. Las escaleras, que comunican los cuatro niveles, desde el sótano al desván, recorren la fachada norte. En sus dos extremos se sitúan ventanas, una pequeña en el punto más bajo, que rompe la esquina, y un gran ventanal en la parte superior desde donde contemplar el horizonte... [+]