Encallados en una de las laderas verdes que desembocan en los acantilados de la Isla de Pico, en el archipiélago de las Azores, los muros basálticos de esta ruina permanecían expuestos a las inclemencias naturales desde hacía ya varias décadas. Se trataba de una antigua casa de finales del siglo XVIII que, pese a enfrentarse al Atlántico, o tal vez justo por ello, se protegía en la intimidad que le conferían unos muros gruesos con pocas y pequeñas aberturas. Es este el punto de partida de la casa E/C, que toma la ruina como molde, estableciendo un diálogo con su pasado y apropiándose de la belleza de su enclave. El proyecto surge así del sutil movimiento entre una línea de límite, construida con piedra y hormigón, y los nuevos volúmenes retenidos por ella, que sin embargo tienen la libertad de desbordarse para responder a exigencias espaciales o de vistas. Los usos de la casa se organizan en sentido ascendente según los gradientes de privacidad requeridos: la planta baja, protegida por la primera capa preexistente y por los nuevos muros, alberga los dormitorios; la segunda planta, donde no alcanzan las ruinas, y con una mayor apertura al horizonte, acoge las estancias comunes; finalmente, la cubierta, desplegando sus superficies inclinadas sobre la ruina para que los inquilinos puedan sentarse, levita sobre la casa a modo de mirador sobre el océano.