Casa Pino, Vilaxoan
César Portela 

Casa Pino, Vilaxoan

César Portela 


La arquitectura moderna ha interpretado en ocasiones la casa como una simulación de la vida al aire libre. Los arquitectos se han alimentado entonces de ensoñaciones personales y se han guiado por el instinto para proponer originales metáforas habitables disueltas en la naturaleza. Ejemplos modélicos de esta vía son la villa Mairea o Fallingwater. En un polo opuesto, la tradición ha entendido la casa como resultado de un proceso intelectual arraigado en la historia. Su alimento ha sido más la memoria o el recuerdo que la impresión, y su meta, actualizar un modelo más que inventarlo.

El trabajo de César Pórtela se ha desarrollado en esta última línea, principalmente en Galicia. La estructura territorial gallega está configurada sobre una tupida trama de minúsculas poblaciones dispersas que han mantenido un alto grado de autonomía gracias a la abundancia de recursos naturales; pero esta condición, beneficiosa en principio, ha traído consigo el aislamiento de su mundo rural. La arquitectura de ese peculiar medio en que la casa familiar de labranza todavía constituye la célula poblacional mínima ha generado unos tipos válidos aún, sobre los que Pórtela ha elaborado algunas de sus obras más conocidas, como las casas Carrera o Esté vez.

La casa Pino pertenece a ese otro mundo suburbano en el que la arquitectura se ve afectada por las restricciones de movimiento que impone el loteo parcelario. Su proyecto ha considerado como factores principales el emplazamiento sobre una parcela estrecha y larga a orillas de la ría de Arosa, las orientaciones y los vientos dominantes, y la preexistencia de una edificación que sirve de zócalo, de garaje y de almacén de embarcaciones.

El programa de la casa se organiza en dos niveles y se estructura en forma de U alrededor de un patio, cubierto para hacerse útil en los rigurosos días del invierno gallego. Ese espacio constituye el elemento principal como núcleo de articulación del resto de las piezas y de tránsito hacia el exterior, e incluye el único elemento sofisticado del proyecto, una escalera de piedra en voladizo. El pequeño mirador dispuesto en la fachada norte del estar, sobre la ría, hace de contrapunto de ese invernadero y da transparencia a la casa en la dirección principal.

La imagen resultante es consecuencia directa de una rigurosa composición geométrica y del uso de técnicas constructivas extraídas de la tradición local, y muestra una vez más la sobriedad de la producción de César Pórtela, en la que no cabe concesión alguna al diseño aparatoso...[+]