Casa de la Lluvia, Liérganes
Juan Navarro Baldeweg 

Casa de la Lluvia, Liérganes

Juan Navarro Baldeweg 


A mitad de los setenta, de vuelta de una larga estancia en los Estados Unidos, Juan Navarro Baldeweg desvelaba un perfil polifacético: como artista, con exposiciones simultáneas en Madrid y Barcelona; como arquitecto, con un premio en el concurso de la ‘Casa para una intersección’; y como profesor, incorporándose a la cátedra de Elementos de Composición en la Escuela de Madrid.

Hasta el momento, sus propuestas en el terreno de la arquitectura eran sólo papel escrito y dibujado o instalación, y su ópera prima, la casa que proyectaba para su hermano en las cercanías de Santander, despertaba el mayor interés editorial y era seguida con fervor por los aprendices que se agolpaban en su clase, y que por su proximidad al autor eran los más capacitados para comprender el contenido marginal (al menos entonces) de sus planteamientos.

Igual que ha de esperarse un rato para ver cómo se derrite un trozo de hielo, es necesario dedicar un tiempo para percibir la sustancia de los trabajos del arquitecto cántabro. En la Casa de la Lluvia —nombre que alude al clima local—, como en sus obras de carácter conceptual, se resta importancia a las cualidades plásticas de comprensión directa para reforzar los efectos cambiantes de su relación con el medio.

Emplazada a mitad de una ladera y dispuesta casi en su totalidad sobre la más alta de tres plataformas moldeadas en el terreno por encima de su cota natural, la casa adopta una forma y un programa convencionales, y ocupa una posición dominante sobre el valle verde al que abre sus vistas. Se advierte el interés especial de su autor por controlar los efectos dinámicos del objeto en la disposición de las piezas de estar y dormitorios, que avanzan hacia el valle ligeramente asimétricas y apoyadas sobre dos plataformas consecutivas, y en su visión a medida que uno se aproxima hacia él, fundido en el monte o recortado contra el cielo.

El apilamiento material de sus cerramientos en bandas horizontales de piedra, vidrio y zinc parece aludir, más por su potencia literaria que por su eficacia real, a su situación respectiva sobre la tierra firme, en el aire transparente, o en el cielo de un día gris. El proyecto desecha las posibilidades expresivas que ofrece la construcción de esos estratos diferenciados, enrasados todos al exterior para producir el perfil más simplificado de la casa. Así adquieren valor las sombras cambiantes que sobre ella lanzan los canalones salientes a medida que el sol la recorre...[+]