Casa Rozes, Rosas

José Antonio Coderch 


Después del breve momento informalista que representó la casa Ugalde —con sus curvas orgánicas y sus muros fragmentados—, Coderch entró en una fase de transición estilística en la que destacaron la breve incursión montañesa de la casa Olano (1957), en Comillas, y la singular propuesta urbana del estudio de Tapies (1960). A raíz de la casa Catasús (1956), adquiere entidad el ‘estilo Coderch’ para segundas residencias de la alta burguesía catalana, que se consolida definitivamente con la residencia Uriach (1961). Siguió un conjunto coherente, con las casas Luque, Gili, Entrecanales y Rovira, de mínimas variaciones estilísticas. Todas ellas comparten como elementos comunes la planta estrictamente cartesiana, la cubierta plana, la austeridad de los acabados y la interpenetración interior-exterior del espacio, acentuada por el uso extensivo de las persianas correderas de librillo. Dentro de este nutrido grupo destaca la vivienda Rozes por su compleja volumetría y su singular ubicación.

Enclavada en la punta Canell Gros, un promontorio rocoso que se adentra en el mar, su escueto frente público apenas deja entrever la envergadura de la vivienda. Accediendo en coche se llega a una rotonda que da paso a la zona de entrada y al garaje iluminado por un patio trasero. Este alzado se encuentra flanqueado por un muro en L que se escalona con la pendiente en su ángulo y protege la privacidad de la zona de estar. Una larga escalinata de tres tramos, auténtico eje compositivo de la vivienda, vincula entre sí sus distintos planos. Bajando el primer trecho se encuentra el recibidor y el estar a tres orientaciones distintas, que se prolonga en una terraza volada. Por sendas escaleras, desde el vestíbulo y desde el salón, se desciende a otro nivel intermedio que acoge el comedor, la cocina y la zona de servicio en tomo el patio principal.

El último tramo engarza con el ala de dormitorios, estructurada por un pasillo lateral que desemboca en la alcoba de los padres, con estar y terraza privados. Coincidiendo con las habitaciones, los quiebros en planta y en altura refuerzan el carácter aditivo y celular de la composición. Una segunda línea exterior de escaleras define una serie de bancales que actúan de podio, matizando la implantación de la cartesiana geometría en el paisaje rocoso.

La construcción se efectuó con paredes de doble tochana, mientras la cubierta está formada por una estructura reticular que al liberarse de la estricta sujeción a jácenas y pilares alineados permite una gran libertad compositiva...[+]