Arquitectura Viva se transforma, haciéndose mensual y bilingüe desde este número, y parecía apropiado marcar la ocasión con un conjunto de arquitecturas transformadas. Son dieciocho proyectos, todos ellos en España, que adecúan para nuevos usos construcciones existentes, sean importantes monumentos históricos o escuetos galpones industriales. Como la revista, este variado conjunto de edificios se adapta a nuestro tiempo procurando mantener sus rasgos esenciales. Conservando a la vez el capital termodinámico incorporado en su materialidad física, el capital informativo depositado en sus ensambles y disposiciones, y el capital simbólico que encierran su forma y su aspecto, todos estos proyectos conjugan verbos en clave de re: recuperar, regenerar y reformar. Y en lugar de insistir en la fatiga cíclica de la mera repetición, la rúbrica de la transformación introduce el hormigueo efervescente del cambio y la mudanza.
También en la revista intentaremos recuperar el aliento más crítico y arriesgado de nuestros comienzos, regenerar actitudes devenidas acaso demasiado rígidas o solemnes, y reformar su estructura gráfica para acomodar sus nuevos rasgos de periodicidad y lenguaje: un abanico de cambios editoriales y visuales, muchos de ellos apenas perceptibles, que desean ponerse al servicio de un espíritu de renovación. Pero, como en los proyectos, conservando el capital de rigor, pertinencia y belleza que querríamos imaginar cristalizado en sus trazas y en su historia. Arquitectura Viva seguirá procurando latir con el mundo, y lo hará con un ritmo más acelerado para adaptarse mejor a la velocidad de los cambios y al tiempo vertiginoso de los acontecimientos: y se esforzará en llegar más lejos incorporando la lingua franca de nuestro tiempo a ese esperanto de la arquitectura que forman los planos, los dibujos y las imágenes.
Elegir de título ‘Transformaciones’ para este primer número de una nueva etapa sugiere un propósito doble: frente a la nostalgia estéril de un pasado inmóvil, la aceptación del cambio técnico, social y estético como fundamento del flujo de la vida, que arrastra arquitecturas, formas e ideas en su corriente turbulenta; y frente al apetito bulímico de novedades y la cupiditas aedificandi que despilfarra recursos materiales y energéticos escombrando el territorio con construcciones prescindibles, la defensa de la reutilización y el reciclaje de edificios como única estrategia compatible con la vitalidad de nuestras ciudades y con la sostenibilidad de nuestra especie en el planeta. Son palabras mayores, pero vivimos un tiempo que probablemente no permite propósitos menores. Y de la misma manera que las obras se someten al juicio de los que las usan, Arquitectura Viva se ofrece ahora a la opinión imprescindible de nuestros lectores.