La densidad importa. Acostumbrados a publicar en detalle obras de singular valor cualitativo, a menudo olvidamos la importancia del contexto cuantitativo en que se inscriben. Y sin embargo, frecuentemente es éste el factor decisivo en su éxito o fracaso. En el ámbito residencial la densidad es clave, y si su exceso produce congestión de tráfico, problemas sanitarios y de seguridad, su reducción en los ensanches higienistas —o su desvanecimiento en la ciudad dispersa— causa un daño económico y ecológico sólo comparable al empobrecimiento de la interacción social y a la evaporación de la naturaleza cívica y política del espacio urbano. Lejos de ser incompatible con la calidad de vida, la densidad es imprescindible para conseguir ésta, y cada vez más normativas urbanísticas complementan las añejas densidades máximas, establecidas para evitar el hacinamiento, con unas nuevas densidades mínimas que persiguen estimular a la vez la sostenibilidad y la sociabilidad.

Como editores de arquitectura, documentamos minuciosamente objetos construidos, sometiéndolos a un close reading hermenéutico quizá no muy lejano del practicado por el New Criticism de mediados del siglo pasado. Sin embargo, el conocimiento cabal del panorama edificado demandaría probablemente un distant reading como el preconizado por Franco Moretti, donde las estadísticas, los gráficos y los mapas reemplacen a los detalles, los remates y los encuentros, de manera que la arquitectura —parafraseando sus comentarios sobre la literatura— no sea ‘una suma de casos individuales’ sino ‘un sistema colectivo’. Muchos argumentarán que, en lo que toca a los edificios, ese sistema es la ciudad, y el distant reading coincide con la visión que suministra el urbanismo: los pedagógicos diagramas de Vishaan Chakrabarti, que aquí ilustran el prólogo de Norman Foster a su obra A Country of Cities —donde aboga por la urbe densa y compacta—, señalan en esa dirección.

Arquitectura Viva señaló su primer cuarto de siglo haciéndose mensual y bilingüe, en continuidad con una trayectoria que ha querido conjugar rigor intelectual y belleza formal, pero transformándose en sintonía con un entorno profesional y editorial en mutación. Ahora inicia el segundo año de esta nueva etapa con dos significativas modificaciones, que ojalá la hagan más instrumental: la recuperación de la sección de actualidad, que comentará las noticias más relevantes aparecidas en la página web, y que se refuerza con el dibujo de Focho; y la organización de la sección de innovación en forma de dossier, para facilitar la búsqueda de referencias y ofrecer una información más completa del tema que se trate. La revista se hace así —desde un número donde la densidad editorial quiere entrar en resonancia con la densidad urbana—, más compacta en sus contenidos, más periodística en su talante, y acaso más eficaz en su objetivo de ser útil a los arquitectos y a la arquitectura.


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