Arquitectura Viva llega al número 200, y mira atrás para mirar hacia adelante. Hace un cuarto de siglo publicamos ‘Tanta teoría’, donde aventurábamos la lista de los 25 libros más influyentes desde la aparición de La arquitectura de la ciudad y Complejidad y contradicción en la arquitectura 25 años antes. Ahora extendemos esa enumeración hasta 50 libros, y complementamos la selección añadiendo 50 revistas, 50 exposiciones y 50 películas o fotógrafos hasta componer un conjunto de 200 elementos que proponemos como un ‘canon accidental’ de la comunicación de la arquitectura: un canon descreído o escéptico, porque proviene de una experiencia inevitablemente sesgada, y de una biografía intelectual tan dispersa como azarosa. El guiño al canon literario de Harold Bloom es un homenaje a ese cartógrafo de las influencias, y a la vez una cita soterrada a la angustia que provocan tanto la filiación como los árboles genealógicos.

De esta red enredada de nudos y hebras se han excluido los edificios y los proyectos, los eventos que dejan tras de sí arquitecturas permanentes o efímeras, los concursos que marcan el pulso del momento, los premios que rubrican o promueven trayectorias, las efemérides y los aniversarios, salvo cuando estos cristalizan en libros o exposiciones que revisan obras y autores. Los 200 elementos se extraen por lo tanto de las publicaciones académicas y generales —libros o revistas, incluyendo las digitales—, las muestras y sus catálogos, donde aparecen ocasionalmente artes varias tangentes a la arquitectura, y el universo de la imagen que recogen el cine y la fotografía, porque los convencionalmente denominados séptimo y octavo arte han influido decisivamente en el primero. Todo ello no agota el territorio de la comunicación, pero quizá ayude a situar en él algunos mojones que nos sirvan de orientación y referencia.

Entre estos hitos, acaso el más unánimemente aceptado sea el de los libros de Aldo Rossi y Robert Venturi mencionados arriba, y cuya publicación marca el límite de esta mirada retrospectiva, porque fue seguramente por entonces cuando las certidumbres de la modernidad entraron en crisis, adentrándose la arquitectura en una terra ignota intelectual y estética.

No sé si, como sugiere Focho en el dibujo que reproducimos en portada, somos hoy más jóvenes que cuando hace treinta años se gestó la revista, o cuando hace cincuenta iniciamos algunos nuestro trayecto por una disciplina puesta en cuestión. Querríamos pensar que el camino conduce a alguna parte, y sin embargo es posible que, como en la escalera de Escher, tras el arduo esfuerzo de ascensión regresemos al punto de partida. Es una reflexión melancólica, pero quizá Bob Dylan tiene razón en su letra, y pese a todo seamos ‘younger than that now’.


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