Harquitectes es un colectivo que representa bien una forma de hacer en el contexto actual. Un colectivo pequeño y con una clara orientación hacia un tema que es amplio y reducido a la vez, y que podríamos sintetizar en dos palabras: materia y aire. Su trabajo incluye un conjunto interesante de viviendas y unos pocos proyectos de dimensión pública en los que se muestra la fuerza de su ideario metodológico. Harquitectes no es un fenómeno aislado en nuestra geografía: este formato pequeño y consistente desde el punto de vista metodológico les ha permitido obtener una difusión y reconocimiento grande a pesar, o precisamente, por la modestia (aparente) de sus obras. No me refiero tanto a una modestia por escala o por presupuesto como por una actitud centrada más en el hacerse de las cosas que en la materialidad, hasta casi identificarse con el eslogan ‘things in the making’ de John Dewey, quien con el texto Art as Experience (1934) pasó a liderar el pensamiento artístico del primer pragmatismo con enorme influencia posterior en distintos ámbitos artísticos y arquitectónicos.
Tradición e innovación tecnológica
La proximidad con lo vernáculo es así uno de los temas que resalta a primera vista. Sin duda el carácter tradicional de los materiales y su exposición con un cierto gusto povera podría llevarnos a la falsa conclusión de estar frente a un neovernáculo catalán. Una visión más atenta revela la obsesión modular, el uso de materiales industriales ad-hoc, los abundantes espacios intersticiales, la obsesión por la ventilación cruzada o ‘boyante’ (convección natural)... Todo ello habla de unos intereses que van más allá de lo tipológico o de la recuperación de sistemas murarios típica de las actitudes vernaculares. Se puede decir más bien que existe una ambivalencia en su trabajo entre la recuperación de aspectos de la construcción tradicional y el interés por los nuevos materiales capaces de ofrecer una respuesta activa más inmediata que la que proporciona la inercia o la porosidad. Y todo ello es reflejo de nuevos intereses con múltiples raíces que han ido consolidándose en distintos ámbitos académicos, consecuencia de nuevas formas de enseñar que vienen teniendo una enorme influencia en la actualidad. Precisamente esta obsesión con el eslogan ‘things in the making’ tiene una larga historia pedagógica que demostró tener una gran capacidad de transformación cuando fue la metodología adoptada en las Escuelas de Chicago de finales del XIX, de la mano de ingenieros alemanes llegados a la ciudad; Joan Ockman ha explicado su influencia en el interesante libro sobre la evolución de la enseñanza de la disciplina en Estados Unidos Three Centuries of Educating Architects in North America (2012). Y no es baladí traer aquí esta referencia porque no se nos escapa que Harquitectes es también, aunque no solo, una consecuencia de las formas alternativas de estudiar y enseñar la disciplina que algunas escuelas jóvenes han ido desarrollando desde hace un par de décadas en Cataluña, poniendo énfasis en cierto pragmatismo que combina el regionalismo y la aproximación científico-técnica, escuelas en las que es obvio el interés por pasar página al ‘diseño catalán’ reducido hoy en múltiples casos a clichés mercadotécnicos.
Los programas docentes pueden efectivamente cambiar los modos de hacer y pensar si se persevera y el profesorado mantiene un alto nivel de exigencia intelectual y de entrega. A la vez, y explicando en cierta medida el interés que despierta el trabajo de Harquitectes en otros contextos, se está produciendo en paralelo una vuelta a la revisión de la historia de la arquitectura en los procesos de diseño, tendencia (en su doble sentido) auspiciada desde algunas de las escuelas europeas más prestigiosas, así como muy recientemente desde las escuelas de la costa este de Estados Unidos (pero también desde el creciente interés por el reciclaje del patrimonio que muestran las mejores escuelas en China tras años de expolio indiscriminado). Un curioso contexto académico, local y global, entre la vuelta a la materia, las preocupaciones por los temas ambientales y sus implicaciones sociopolíticas y una vuelta a la historia como permanente aliada del proyectista. Son indicadores concurrentes que permiten una quizá arriesgada enmarcación del trabajo de Harquitectes, y también del interés público que su trabajo ha ido despertando de forma creciente, creando una audiencia de la que este monográfico da buena cuenta.
Así, quien ojea revistas o pasea por webs distraídamente, reconoce rápidamente en sus obras ‘menores’ los gestos de una arquitectura materialista de corte povera: geometrías simples, materiales tradicionales expuestos, énfasis en la constructibilidad, ladrillos perforados en fachadas, losas o chapas vistas en los pisos… Incluso en los modos de representación se magnifican las secciones constructivas, dibujadas con obsesiva precisión casi propia de una escala 1:1, delatando intereses similares a los que Frampton definió en su día como ‘regionalismo crítico’. Pero esta es la parte seguramente menos interesante (sin dejar de serlo) de su trabajo: la cocina del artista en sus primeros años: algo que da claves pero sólo es un punto de partida. Y, de hecho, resulta excesivamente reducida la paleta o simplemente demasiado ajena a un sentido económico y político global que se escaparía de su trabajo si no fuese porque, a nada que escarbemos, aparecen en su obra, según pasan los años, sistemas que de forma recurrente combinan la ligereza y la activación energética con la artesanía y la masividad. Así, esa primera impresión un tanto inocente da paso a algo de mayor alcance, como es la ambición por crear sistemas híbridos capaces de aprender la lección de la construcción tradicional por una parte y de la contemporánea por otra, proponiendo ensamblajes más eficaces, innovadores y mejor adaptados a las aspiraciones ecológicas y tecnológicas contemporáneas.
Varias veces se ha señalado lo que podríamos denominar como la doble orfandad del arquitecto contemporáneo: de la tradición vernacular y de la eclosión de la modernidad. Paradójica situación en la que la admiración por ambos momentos disciplinares sólo puede dar lugar al entendimiento y admiración de lo que fue y ya no es posible o no es deseable, pero a la vez aún no poseemos nada sistémico que lo sustituya: los arquitectos no quieren ya emular a los héroes de la modernidad ni nos gustan los edificios sellados, herméticos, sin aire, sin interiores, reducidos a metros cuadrados, sin tensión con la ciudad y con ambientes interiores enfermizos en los que han derivado aquellos esfuerzos heroicos. Y qué decir de la nostalgia de lo vernáculo, ese peligro de emular sin conocimiento ni oficio lo que ya no funciona ni se adapta a nuestras escalas, velocidades, programas, etc...
La gestión de la energía
Consciente o inconscientemente, Harquitectes parece cada vez más interactuar en este contexto, especialmente —pero no sólo— en aquellas obras y proyectos con una dimensión pública que les ha permitido plantear retos más ambiciosos. La colección de obras como las viviendas universitarias en Sant Cugat, el Centro de Investigación ICTA-ICP de la UAB, o el Centro Cívico Cristalerías Planell —las dos primeras realizadas en colaboración con el estudio DataAE—, muestra un interés primordial en lanzar las relaciones entre materia, forma y circulación del aire hacia modelos alternativos a los que la generalización del aire acondicionado y, con él, la versión más corporativa de la modernidad (convertida en el sistema canónico de la posmodernidad por su enorme capacidad de expansión en el mercado edilicio global) han generalizado. Frente a estos modelos caducos a la vez que hegemónicos, el trabajo de Harquitectes busca en los principios científicos y en la revisión de las potencias de los materiales constructivos una activación energética de las superficies, en coordinación con los volúmenes y los regímenes de circulación del aire, que ambicionan construir máquinas térmicas pasivas cuya idea de satisfacción y confort ambiental exige la inclusión del aire y el clima natural como materiales primordiales del proyecto. Es precisamente el aire y el clima lo que se modela y se diseña y es en este sentido que identificamos hoy un cambio radical respecto de los modelos vernáculos y de las tipologías modernas. Las losas de hormigón activadas por circulaciones de aire y agua del Centro de Investigación ICTA-ICP, perforadas tanto para aligerar y optimizar el uso del hormigón como para permitir la circulación del aire, y que incluyen a su vez circuitos de agua y acabados superficiales corrugados para aumentar su capacidad radiante y su mejora acústica, son elementos que, combinados con patios y entradas de aire en las esquinas, así como con la disposición de invernaderos a modo de cubierta —que aprovecha el CO2 emitido por la actividad humana para permitir una regulación térmica novedosa y silenciosa—, evitan la odiosa parafernalia de subsistemas, tubos y falsos techos que caracteriza el modelo de oficina moderna estándar, sustituida por la exposición de pocos y bien escogidos materiales de acabados como las planchas de madera de los despachos, cuya materialidad viene a completar el esquema performativo. Una nueva sensación de extrema naturalidad invade todo el conjunto, afectando al que trabaja o visita el edificio, pues se trata de un ambiente que permite disfrutar incluso de la brisa o el sol directamente, anula los ruidos blancos maquínicos, da sentido a los patios para la renovación del aire ascendente y crea complejas relaciones visuales.
En el Centro Cívico Cristalerías Planell nos encontramos con un ejercicio aún más difícil, pues no se trata de un edificio de planta nueva sino de la rehabilitación de un pequeño edificio de geometría triangular en el que colisionan distintas tramas urbanas preexistentes. La solución, con dobles fachadas —la antigua y la nueva— que filtran y sirven de buffer o amortiguador entre el aire urbano y el interior, generando interesantes espacios de transición, se completa con chimeneas solares en cubierta para sustituir la ventilación cruzada tradicional (útil sólo si hay viento moderado) por una ventilación ‘boyante’(convección natural) que no depende del régimen de vientos y es estable y controlada. Este mecanismo queda completado por el uso de sistemas murarios monolíticos cerámicos y losas prefabricadas expuestas que dialogan sin solución de continuidad con la construcción artesanal del edificio original en un brillante ejercicio de pragmatismo técnico.
Trabajos como estos muestran la madurez que el estudio ha ido adquiriendo con el tiempo; su capacidad para integrar temas compositivos y tipológicos que pertenecen a una cultura arquitectónica tradicional con temas de corte tecno-científico que contienen una alternativa de interés a los modos de gestionar forma y materia del modelo corporativo ya mencionado. Estos trabajos, que utilizan tanto los recursos naturales como el contexto científico, dan al título de la II Bienal de Chicago ‘Make New History’ unas respuestas innovadoras capaces de mirar atrás y adelante simultáneamente, que exigen planteamientos tecnológicos a la vez que tipológicos o compositivos, ampliando así el significado de este eslogan y señalando direcciones que comienzan a dar destellos de una arquitectura por venir.
El trabajo de Harquitectes nos permite abrigar la esperanza de una verdadera superación de la doble orfandad de los arquitectos contemporáneos y, en el contexto del marco catalán, la definitiva superación de unos estilemas convertidos en clichés por el paso inexorable del tiempo... [+][+]