Al fin podemos disfrutar de un libro escrito por uno de los arquitectos madrileños más activos y significados de la generación nacida en la década de 1970. Bienvenido sea Mies y la Gata Niebla, por significar lo que podría ser un retorno del interés por la escritura de ensayos arquitectónicos como método heurístico, y por el optimismo que despierta que el libro coincida con la consolidación de jóvenes editores en castellano —Puente Editores, Ediciones Asimétricas o Arquine—. Andrés Jaque ha compilado una docena de textos agrupados en cinco apartados que tratan de la domesticidad y lo cotidiano; de Mies revisitado; de parlamentos latournianos; de urbanismo contemporáneo; y de temas de género y sexualidad. Le precede un magnífico prólogo de Antonio Muntadas y una introducción de Marina Otero que analiza la escritura de Jaque con tino.

Más allá del florido léxico del autor, que no se corta en utilizar una gran cantidad de neologismos de su cosecha, este libro refleja una forma de hacer arquitectura que se abre paso en diferentes frentes. Frentes que comparten un interés común por lo que denominaría de forma genérica ‘documentalismo’, así como por la necesidad de repensar y seleccionar los campos en los que puede nutrirse un pensamiento y proyecto de una arquitectura que estén verdaderamente insertados en las sensibilidades culturales y cotidianas de las sociedades actuales. Y, también, en nutrirse sustancialmente de esas fuentes sin abandonar las heredadas de la modernidad; sin renunciar a realizar una relectura de los modernos, pero renovando drásticamente la forma en la que se documenta aquella tradición desde una nueva cultura. Una tradición —la moderna— en la que todos vemos fallos, pero de la que vivimos, de una u otra forma, pues es nuestra tradición, la que ha construido gran parte de los escenarios en los que nacimos y hemos aprendido a ser quienes somos.

El desparpajo de Andrés para entender esta herencia y ponerla a trabajar junto con los aspectos más variados de nuestra cotidianidad actual es encomiable, pero aún lo es más el hecho de que esta forma de construir sus ensayos esté en perfecta sintonía con un interés creciente en muchas disciplinas artísticas por nutrir la creatividad a partir de estudios y reflexiones sobre fenómenos y experiencias singulares. Se da en la literatura (Emanuele Carrère), en el cine (Werner Herzog, Wim Wenders o Guerín), en las artes plásticas (Armin Linke, Ibon Aranberri o Muntadas). Y, desde luego, tiene en Rem Koolhaas su profeta entre los profesionales de la arquitectura (aunque también podríamos indagar en su maestro Cedric Price).

Tras la lectura de los ensayos de Andrés Jaque, viene a cuento rememorar la visión de Roland Barthes del trabajo creativo como construcción de ‘una cultura’ (‘cultura’ como paideia, como formación que requiere una atención múltiple, y que sólo se alcanza sistemáticamente y con un relativo esfuerzo), frente a la idea de ‘método’, que Barthes entiende como una forma dogmática de anticipar resultados y prevenirse contra cualquier sorpresa o contra lo impredecible. Esta visión viene a cuento para entender la relación entre documentación y creación en aquellos creadores a los que podemos agrupar entre las prácticas documentalistas (y, sin duda, Andrés Jaque es uno de ellos). Como si la acumulación de datos y observaciones ensayísticas no simplificables a las formas previsibles del método permitiese enriquecer la creatividad hasta llegar a una especie de cambio de estado que, liberando una gran cantidad de energía, alcanzase una forma renovada, una cristalización en estado de proyecto.

Quizás algunos sólo sean capaces de ver el aspecto juguetón y divertido de sus textos y neologismos, pero hay en ellos una documentación apasionada de la cultura material y la tecnología contemporánea, de sus contradicciones, atractivo y banalidad, de las formas de producir sus economías y modos de penetración en los mercados. Sus ensayos construyen un mundo de gran riqueza que no puede ni quiere ocultar el optimismo enfermizo y contagioso del autor, y su irrefrenable aceptación del presente como máquina de creación, como proyecto arquitectónico.