Los edificios se articulan, pero también se tejen; se levantan con estructura y se cierran con revestimiento; combinan o contrastan su condición tectónica y textil. El gran debate del siglo xix entre la lógica constructiva y la envolvente ornamental llega a nuestros días intacto en su capacidad de sugestión, y valioso aún para entender lo que se proyecta: muchas obras contemporáneas, ininteligibles desde el racionalismo clasicista del orden estructural, adquieren sentido contempladas como artificios expresivos basados en el revestimiento. Eugène Viollet-le-Duc, del que nos hemos ocupado aquí recientemente —coincidiendo con el segundo centenario de su nacimiento, y al hilo de su equívoco enfrentamiento con Ruskin sobre los métodos de restauración— fue también el principal teórico de la vinculación entre estructura y forma arquitectónica, y sus tesis devendrían al cabo dominantes en el discurso de la modernidad canónica.

La alternativa a esa ‘verdad de la estructura’ tendría por protagonista a Gottfried Semper, que llevando al límite su investigación histórica sobre el origen textil de los cerramientos arquitectónicos teorizó un ‘principio del revestimiento’, que privilegia la envolvente ligera, ornamentada y cromática sobre el soporte estructural, y que pese a su elaborada fundamentación intelectual disfrutó de un menor favor entre los líderes de las vanguardias modernas. A Semper se ha prestado también atención en estas páginas —y especialmente con ocasión de la publicación en español de sus escritos, que he reseñado en Arquitectura Viva 152 y 172—, y su lectura continúa siendo una fuente caudalosa de ideas y propuestas. Sin embargo, la influencia testaruda y soterrada de su pensamiento en la configuración de la modernidad y en la práctica de numerosas figuras contemporáneas es aún, por desgracia, insuficientemente conocida.

Con este número querríamos contribuir a suscitar la curiosidad sobre su legado, y para ello hemos elegido tres obras singulares y tres pequeñas intervenciones que de manera casi literal utilizan cerramientos tejidos donde el material adquiere un papel relevante, y esta secuencia de proyectos que subordinan la estructura a la envolvente sirve de excusa para publicar un texto de Giovanni Fanelli y Roberto Gargiani que examina el legado teórico de Semper y la deuda que con él contrajeron arquitectos como Wagner, Berlage, Loos o Wright, maestros todos que afirmaron la vigencia del ‘principio del revestimiento’ en una época dominada por la racionalidad técnica del orden estructural. Los edificios tienen huesos y piel, y la prioridad otorgada durante tanto tiempo a su esqueleto no debe hacer olvidar que es su piel la que se expone a la mirada, y que su lógica interna es el soporte de su seducción superficial. 


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