La oposición bíblica entre la ciudad de Dios y la ciudad de los hombres ha inspirado muchas utopías urbanas en diferentes épocas históricas, y ha servido también de referencia para numerosas visiones críticas de la metrópoli contemporánea: la nueva Jerusalén resplandeciente ha iluminado con su fulgor el pensamiento de los más visionarios reformadores urbanísticos, mientras las nuevas Babilonias de nuestros días servían para teorizar el caos o deplorar la confusión de las aglomeraciones producidas por la explosión urbana. Aunque la construcción de la arquitectura y la ciudad en el siglo XX parece obedecer solo a lógicas demográficas, técnicas y económicas, en las urbes soñadas o aborrecidas de este periodo laten pulsiones simbólicas arcaicas cuyas fuentes pueden hallarse en los relatos sagrados de la Biblia. En un planeta crecientemente urbanizado, la ciudad del siglo XXI es la principal responsable del cambio climático y el mejor escenario para enfrentarse a él, a la vez una Babilonia ominosa y una Jerusalén de esperanza...[+]