El cambio de clima en que estamos inmersos es a la vez material y mental. Por un lado, el impacto del cambio climático sobre el planeta es de tal magnitud que altera los equilibrios geopolíticos y obliga a remodelar las estructuras técnicas y económicas de nuestra sociedad; por otro, esta colosal transformación física altera también la percepción de los fenómenos, el establecimiento de las prioridades y hasta el propio marco emocional de la vida cotidiana. La construcción de la arquitectura, la ciudad y el territorio no es ajena a esta mutación histórica; antes al contrario, es protagonista de ella, y escenario privilegiado de su desarrollo caudaloso. Los usos del suelo urbano y rural, el trazado de las grandes infraestructuras o el consumo de agua y energía son elementos esenciales de este proceso, que coloca a arquitectos y urbanistas frente a una responsabilidad ética que sin duda será demandada por las próximas generaciones.

La crisis financiera y económica que eclosionó hace menos de una década desdibujó con su urgencia las cuestiones ambientales, pero lo cierto es que ambos desafíos están inextricablemente vinculados: las sacudidas de los gráficos económicos se producen sobre el mar de fondo de los cambios climáticos, y no es fácil separar el oleaje superficial de las grandes corrientes que circulan bajo la espuma de los mercados. La transformación del planeta por la actividad humana ha sido tan significativa durante el último medio siglo que los geólogos proponen el nombre de Antropoceno para la actual época del periodo Cuaternario, haciéndonos así conscientes de que somos todos pasajeros de la nave espacial Tierra, y que la adecuada gobernanza de los ecosistemas es imprescindible para nuestra supervivencia biológica y social, algo no asumido aún plenamente por las élites técnicas y políticas que ocupan la cabina de mando.

En esta encrucijada colectiva, y en el contexto de la actual crisis, la Fundación Arquitectura y Sociedad ha convocado una serie de congresos que se han reunido bienalmente para explorar el nuevo panorama profesional y político. Estos encuentros de Pamplona, inaugurados en 2010, han tenido su cuarta edición en 2016, y aquí se ilustran con entrevistas a varios de sus protagonistas, a fin de ofrecer una aproximación poliédrica a lo allí discutido. El evento se convocó para examinar el ‘cambio de clima’ en la arquitectura, que se enfrenta hoy a una profunda transformación en sus actitudes y en sus procesos, mientras el cambio climático exige pensar de nuevo la forma de construir edificios y ciudades. Esta mutación mental y material fue el hilo conductor del congreso, y lo es también de los diálogos que lo resumen: la arquitectura necesita un cambio de clima, y el cambio climático debe abordarse desde la arquitectura. 


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