Alrededor del concéntrico y bien conservado casco histórico de Vitoria —una de las ciudades con más alto nivel de vida del país— han surgido urbanizaciones de lujo que aprovechan la ventaja del emplazamiento en pleno campo a muy corta distancia de la ciudad. El variado catálogo de tipos que muestran estos conjuntos refleja ese intento frustrado de la arquitectura de ofrecer una lectura comprensible del lugar. La casa como ejercicio autónomo, sin ninguna conexión con su entorno, desemboca en construcciones progresivamente introvertidas y autorreferentes. Situada en el límite de la urbanización San Prudencio Uleta y junto a un polígono industrial, la casa se apropia de las formas fabriles que tiene enfrente, recogiendo un tipo de cubierta muy eficaz en sección, que permite cumplir los requisitos iniciales del cliente: privacidad y luminosidad. Hermética hacia el exterior, la casa sólo se permite abrir huecos hacia las zonas privadas: el porche in-antis y la plataforma sobre el jardín en la planta de acceso, y en planta alta, únicamente en los extremos, como si fuese una casa entre medianeras.

El interior, sin embargo, recibe gran cantidad de luz desde las ventanas de cubierta, ya que las piezas en planta alta están dispuestas de modo que no alteran la estructura unitaria del espacio. Una pasarela comunica los dormitorios, dejando a ambos lados dobles alturas que horadan esta planta e iluminan la inferior. El contenedor es un cajón en el que los muros, forjados y cubierta son de hormigón armado, trasdosado al interior con placas de cartón-yeso y hacia el exterior con tablones de cedro rojo vacsolizado, atornillado a rastreles de pino que han recibido el mismo tratamiento para resistir la intemperie. Los tramos inclinados de la cubierta son de zinc con junta alzada. El contraste entre el exterior oscuro y el interior luminoso se detecta en las carpinterías: las exteriores son de la misma madera que la envolvente, con mayor escuadría, y las interiores de madera maciza lacada en blanco...[+]