En la llanada alavesa, los edificios aislados que componen los antiguos núcleos rurales recuerdan grandes almacenes y albergan los más diversos usos: vivienda, granero y establo, entre otros. Se trata, en general, de construcciones de volumetría sencilla y aspecto pesado, con cubierta a dos aguas y huecos pequeños.
Las nuevas edificaciones se realizan de forma obligada en función de esta tipología, debiendo ajustarse a unas dimensiones mínimas de plantas y perímetros, a una determinada proporción entre los lados, así como a otras determinaciones referidas a tamaños de huecos, y paletas de materiales. Sin embargo, este tipo de contenedor doméstico no suele reunir las condiciones de habitabilidad requeridas en la actualidad, y tienen graves carencias en cuanto a iluminación y ventilación, aunque por otra parte posee cualidades interesantes como su contundencia formal y su carácter unitario.
En este proyecto se ha aceptado de partida este concepto del ‘pabellón habitado’, planteando sin ambages la confrontación entre tradición y modernidad. Para conseguir grandes huecos acristalados sin modificar la envolvente, se ha utilizado un sencillo recurso, consistente en situar las ventanas en planos interiores a la fachada, llevando a cabo previamente una operación de vaciado parcial mediante la creación de porches y retranqueos. Esta operación, a su vez, da lugar a un incremento en el perímetro útil de la casa.
Gracias a este recurso se consigue mantener la imagen unitaria buscada sin renunciar a la luminosidad en el interior, desde el que, además, se goza de múltiples vistas enmarcadas del paisaje. Un sencillo esquema de distribución que se repite en las dos plantas permite organizar todo el programa, esponjado por los generosos porches y huecos de escaleras. Un chimenea exenta pegada a la fachada este complementa la imagen casi arquetípica de la vivienda, mientras que una serie de plataformas exteriores, muros y muretes ayudan a anclarla en su entorno inmediato…[+]