Gorraiz, a las afueras de Pamplona, es una colonia residencial de lujo de creación reciente cuyas arquitecturas remiten mayoritariamente al pasado; aquí son excepciones las viviendas con un diseño contemporáneo y autónomo. La única particularidad de la parcela donde se levanta esta casa en su posición elevada, que permite vistas de los campos de golf que ocupan la parte más baja de la urbanización. Y el proyecto parte de la consideración en abstracto de la normativa urbanística, según la cual al menos el 60% de la cubierta debía tener como mínimo un 35% de pendiente. Entendida en términos puramente geométricos y abstractos, la norma define una sección donde exactamente el 60% de su desarrollo lineal presenta una pendiente del 35%, quedando el 40% restante con cubierta casi plana. A partir de esta sección inicial, el proyecto trata de explotar al máximo las condiciones del volumen obtenido. Así, la parte más alta alberga las zonas de día, dejando la parte de la cubierta casi plana para los dormitorios y la piscina cubierta. El volumen presenta una serie de incisiones que articulan las diferentes funciones de la casa y proporcionan luz natural a las zonas más alejadas de su perímetro, siendo la mayor de ellas un patio que llega hasta el sótano.
Dos conceptos básicos definen la propuesta: compacidad y contraste. Exteriormente la casa aparece como un cuerpo rotundo de formas duras y límites claros que contrasta con unos interiores, en su mayor parte acristalados y en madera, de límites diluidos. El contraste se manifiesta también entre la ligereza de lo contenido y la pesadez del continente, y entre el volumen total y las incisiones practicadas, que incorporan el espacio exterior en el interior. La estructura es de muros de hormigón armado, que constituyen la base del cerramiento exterior, con pilares metálicos en puntos determinados. Los forjados son también de losa de hormigón —a la vista en algunas zonas—, lo que contribuye a mejorar la rigidez del conjunto y su comportamiento térmico...[+]