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Lo pequeño. En un mundo de gigantismo creciente, lo reducido es una valiosa excepción. Frente a la búsqueda de visibilidad a través de proyectos de dimensiones progresivamente mayores, las construcciones de tamaño mínimo permiten la audacia experimental y una concentración de intenciones poco frecuente. Casi todas las innovaciones se han gestado en tallas menores antes de aventurarse en las superiores y así, la historia de la arquitectura está llena de obras minúsculas de grandes maestros. A las puertas del final de un siglo y de la entrada en un nuevo milenio, lo pequeño continúa siendo hermoso.
Sumario
Carlos Jiménez
Pequeñas revelaciones
Las magnitudes del proyecto
Jorge Sainz
El tamaño de los hitos
Historia de la pequeña escala
Adela García-Herrera
Especies de lo mínimo
De las dimensiones en los noventa
Edificios: proyectos y realizaciones
Refugios y talleres. Desde un cobertizo portátil a una aldea de garajes, pasando por una casa vertical y un andamio que puede ser estudio o dormitorio, lo pequeño extraordinario puede ser un ingrediente de la vida cotidiana. Arquitectura
Koeppel y Martínez, Navia
Jo Crepain, Brasschaat
K&K, Remscheid
Bruno Plisson, RezéMiradores y quioscos. Entornos naturales y contextos urbanos se emplean como telones de fondo de estos diminutos recintos de contemplación y sosiego, que tienen en común su vocación de formar parte de un paisaje. Isabelle Poulain, Lussault
BS&R, Streatley
Guedes y Vieira, Oporto
Martín Lejarraga, Cartagena‘Folies’ y pabellones. El carácter excepcional de este tipo de construcciones se reivindica a través del juego perceptivo, del ensayo con distintos materiales, de la superposición de usos o de la recuperación de viejas tradiciones.
Hans Peter Wörndl, Mondsee
M. Loebermann, Nuremberg
NL Architects, Leidsche Rijn
Roberto Valle, V. de los Alcores
Libros, exposiciones, personajes
Compostela topográfica. Se ha celebrado un concurso internacional para levantar en Santiago de Compostela una colosal Ciudad de la Cultura, en el que venció la propuesta expresionista y topográfica de Peter Eisenman. Arte / Cultura
Anatxu Zabalbeascoa
Ciudad de la Cultura de Galicia
Luis Fernández-Galiano
Eisenman en SantiagoGeografías del arte. La historiadora Dore Ashton ofrece una lectura del informalismo que sustituye la habitual visión centralista por otra universal; y el artista alemán Gerhard Richter ha incorporado nuevas geografías a su Atlas. Juan Antonio Ramírez
Revisión informalista
Juan Antonio Ramírez
El atlas de Gerhard RichterTemas recurrentes. Lo doméstico es un tema editorial inagotable; Bruno Zevi reivindica a Mendelsohn con un libro monumental; y Françoise Fromonot publica el relato novelado de la construcción de la Ópera de Sidney.
Historietas de Focho
Richard Rogers
Autores varios
Libros
Interiorismo, diseño, construcción
Herzog y De Meuron, compás ternario. El estudio ha concluido simultáneamente tres obras: en Alemania, la rehabilitación de una fábrica como museo a través de una delicada operación de cirugía; y en Suiza, unos laboratorios de farmacia y un edificio de oficinas que tienen en común la búsqueda de una nueva definición conceptual y material del cerramiento. Técnica / Estilo
Densidad rasgada
Museo Küppersmühle, Duisburg
Artificio natural
Centro farmacéutico, Basilea
Velos vegetales
Oficinas Ricola, LaufenPara terminar, una advertencia crítica acerca de la tendencia a proyectar poniendo en cuestión la propia existencia de un sistema constructivo, y manipulando sus elementos para conseguir espectaculares efectos formales; y una crónica negra sobre la desaparición de uno de los edificios emblemáticos de la modernidad madrileña: los laboratorios Jorba de Miguel Fisac. Ignacio Paricio
Anticonstrucciones
Resumen en inglés
Lo pequeño
Ricardo Aroca
Una muerte sin anunciar
Luis Fernández-Galiano
Lo pequeño es grande
El oxímoron del título no es una paradoja retórica. Al amalgamar el universo físico de lo pequeño con la categoría mental de lo grande, la fórmula apocopada se propone como apólogo moral: lo pequeño en dimensiones puede ser grande en trascendencia. El «menos es más» de Mies recurre a una fractura semántica similar, que descoyunta dos planos de significado y los reúne en una cópula inesperada, abierta a interpretaciones inmediatas: menos ornamentación es más belleza, o menos articulación es más perfección. Ni collage ni cadáver exquisito, la frase se acuña en una aleación lingüística de resonancias alquímicas, y connota a la vez la persecución testaruda de la piedra filosofal y el aplomo sapiencial de la literatura aforística.
Hay movimientos que han tenido una silla por manifiesto, arquitectos que pueden resumirse con un jarrón y revoluciones artísticas que se han difundido a través de una lámpara; si hay éticas encapsuladas en una sentencia, también hay estéticas compendiadas en un objeto. Y no es preciso mencionar los trazos de tinta en el reverso de un billete, las huellas de carbón en un papel amarillento o el testimonio fotográfico de una maqueta desvencijada para comprobar que hay rasgos y gestos apenas perceptibles cuyos ecos entran en resonancia con el mundo hasta devenir fragor de una época. Síntesis o semilla, estas formas lacónicas encierran en su código genético intuiciones germinales que fertilizan el paisaje horizontal de lo cotidiano.
Pero frente a lo pequeño excepcional, grande por los universos que en él se comprimen o de él derivan, hay otra pequeñez cuya grandeza proviene de la dócil perfección de lo habitual, de la exactitud repetida de lo anónimo y de la meticulosa ejecución de lo inmediato. Esta implosión intimista se acompaña en ocasiones de la dimensión diminuta, y en su presencia sentimos el vértigo introspectivo que nos sobrecoge al inclinarnos para franquear un umbral deprimido, al enroscar la pisada en una abrupta escalera o al girar el torso para salvar un obstáculo en un corredor angosto. Otras veces, sin embargo, lo breve se hace interminable en su cadencia caudal o laberíntica, y lo pequeño se desprende entonces de su ternura ritual de casa de muñecas.
Como un reptil que muda la piel, la miniatura de la boîte-en-valise o la maqueta se transforma en una selva de detalles domésticos, minúsculos en su anécdota y gigantescos en su condición coral, que ramifican su sensibilidad microscópica para formar una maraña de sensaciones. En este tránsito de la geometría escueta de Borges al minucioso dédalo de Proust, la arquitectura encuentra su final en su principio, y se hace colosal en lo menudo. Sin caer en la amnesia escalar de los que representan La ronda de noche y La encajera al mismo tamaño, los que reproducen las cajitas de Oteiza en dimensiones urbanas o los que olvidan las advertencias de Galileo sobre el absurdo mecánico de la ampliación indiscriminada, hay construcciones pequeñas que se hacen grandes sin crecer.