Centro farmacéutico en Basilea
Herzog & de Meuron 

Centro farmacéutico en Basilea

Herzog & de Meuron 


Situado a pocos pasos del río, el complejo hospitalario del cantón en Basilea se distancia morfológicamente de los centros de producción con los que las grandes empresas farmacéuticas siembran las orillas del Rin a su paso por la ciudad. Sin una estructura clara que revele la ordenación de conjunto, los tejados de distintas pendientes y materiales dan cuenta del proceso orgánico de crecimiento que ha definido este polígono desde el siglo pasado. La necesidad de dotar de instalaciones adecuadas al centro farmacéutico que produce los medicamentos de la clínica ha ofrecido la oportunidad de añadir un eslabón contemporáneo a este catálogo de arquitecturas, que encuentra en el denso arbolado existente su hilo conductor. Aunque la fachada principal se ciñe a la alineación general de la calle, las nuevas instalaciones se plantean como un único cuerpo exento. Es el perfil azaroso de las construcciones vecinas —pequeños apéndices de una crujía irregular que se esfuerza por definir el contorno de la manzana— el que induce su perímetro, una forma continua que se expande por el solar como un organismo difícilmente abarcable de un único golpe de vista.

Piel cambiante 
El proyecto es fruto de la búsqueda iniciada hace una década con la sede de la compañía aseguradora Suva, también en Basilea, que explora los aspectos concernientes a la definición material y conceptual del cerramiento. Esta vez, el volumen resultante —una mera extrusión de las incidencias de la planta— aparece definido por un halo de vidrio serigrafiado con puntos verdes, separado unos treinta centímetros de la chapa perforada que oculta el aislante térmico. La superposición de las tramas de puntos de ambas capas provoca un efecto moaré que desmaterializa el contorno y disminuye ópticamente el tamaño del edificio. Los elementos de sujeción de las piezas de vidrio —espaciados con una regularidad que responde al despiece cuadrado— forman con sus sombras una retícula de mayor escala que subraya la profundidad del cerramiento. Sensible a las condiciones cambiantes de luz, esta piel camaleónica puede presentarse como una barrera sólida e impenetrable que refleja los árboles del entorno, o bien como un filtro etéreo que revela sus capas interiores. El vidrio serigrafiado pierde aquí la función que este material ha desempeñado tradicionalmente como parte del muro cortina para enriquecer con efectos ópticos el cerramiento opaco. Los huecos que realmente conectan el interior con el exterior se recortan en esta superficie, poniendo de manifiesto su espesor. Este tratamiento homogéneo del perímetro encuentra su única excepción en el paño de fachada que indica la entrada desde la calle. En este punto, la tersura vidriada se sustituye por plantas trepadoras que se superponen con la hiedra artificial suspendida de la comisa. Síntesis de naturaleza y artificio, la envolvente del edificio alude así de forma explícita al origen vegetal de muchos medicamentos, pero asumiendo los procesos químicos que dominan actualmente su producción. 

La gran superficie requerida por el programa hizo optar desde un principio por una forma compacta a la que se extraen una serie de entrantes en la fachada, estableciendo un diálogo con los espacios libres. Así la edificación deja al este una entrada de carga y reserva el lado opuesto para el personal, cerrando el acceso a la parcela con una verja de bastidores metálicos trasdosados con malla metálica que insiste en el efecto moaré del conjunto. Con parte de su traza determinada por unos sótanos existentes, los casi 10.000 metros cuadrados construidos aparecen distribuidos en cuatro alturas sobre rasante y otras cuatro enterradas. Las oficinas, los laboratorios y las salas de preparación y empaquetado se disponen en tomo al vacío que horada el cuerpo emergente, mientras el almacén ocupa gran parte de la planta baja, en estrecha relación con el muelle de carga. Es en el patio, que comienza a partir del primer piso, donde vuelve a aparecer una referencia a las plantas medicinales con el estanque de algas que cubre su fondo y multiplica los reflejos vidriados de las fachadas...[+]


Obra
Centro farmacéutico hospitalario, Basilea. 

Cliente
Cantón de Basilea. 

Arquitectos
Jacques Herzog y Pierre de Meuron. 

Colaboradores
Mathis Tinner. 

Consultores
Walter, Mory, Meier (estructura); Emmer Pfenninger (fachada). 

Fotos
Margherita Spiluttini.